Por Enrique Aranda
No de ahora, sino de muchos años atrás, los partidos políticos y quienes en ellos, los (políticos) “profesionales”, han encontrado una fuente de ingresos suficiente —“no siempre justificados y con frecuencia excesivos y hasta ilícitos”, diría alguno— para mantener un nivel de vida envidiable, se han convertido en el villano favorito de la crítica anticorrupción y, en la mayoría de los casos, con razón, de lo que calificamos como hartazgo social y que, en buena medida, explica el sorprendente resultado electoral del pasado 1 de julio.
La sola confirmación de que, de no proceder reforma alguna que lo impida, las organizaciones partidistas con registro recibirán, por concepto de prerrogativas, sólo a nivel federal, recursos por algo más de cuatro mil 713 millones de pesos, evidencia lo excesivo de su gasto y lo justificado del malestar social en su contra, en un país donde, como es el caso de México, algo más del 50% de la población vive en condiciones de pobreza.
Eso sólo justifica la positiva reacción que a nivel popular y en no pocos ámbitos sociales “superiores” está generando la explícita intención del futuro gobierno y de su representación en el Congreso de la Unión —mayoritaria en ambas cámaras—, en particular, de promover reformas legales inmediatas que, ya el próximo 2019, permitan reducir en 50% el monto de los recursos que entrega el Instituto Nacional Electoral (INE), y en los estados las instancias equivalentes, a los partidos.
Tan en serio hablan Morena y el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, que, ya el pasado miércoles, la diputada Alicia Barrientos presentó en la Comisión Permanente una primera iniciativa en tal sentido que, seguramente, será discutida y eventualmente aprobada apenas inicie actividades la LXIV Legislatura federal, antes aun que se reciba la propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación 2019, con objeto de posibilidad de que la misma entre en vigor al arranque del nuevo gobierno… y, con ello mismo, en sus palabras, acabar con los partidos-cártel…
La sola propuesta, insistamos, recibió un generalizado apoyo inmediato que, sin embargo, mereció ciertas consideraciones por parte de legisladores serios, el panista Héctor Larios Córdova, entre otros, que si bien destacaron su disposición de apoyar un eventual esfuerzo de austeridad en este campo, advirtió del serio riesgo de desaparición-debilitamiento de los partidos que, vía la depredación de sus finanzas, pudiera intentar el lopezobradorismo y sus aliados del (impresentable) PT y de (desaparecido) Encuentro Social (PES) con iniciativas como la que se menciona.
La alternativa entonces, en opinión del sonorense, sería avanzar en una reforma integral que, si bien reduzca drásticamente el monto de prerrogativas oficiales, amplíe los ahora reducidos márgenes que la propia ley fija para la eventual recepción de recursos provenientes de militantes y/o simpatizantes del sector privado.
El asunto, pues, está ahí, en la mesa ya… habrá que esperar a ver la suerte que corre en el nuevo Congreso…
ASTERISCOS
* Si bien, por cierto, a muy pocos sorprendió el anunció que AMLO hiciera ayer con respecto a la incorporación del exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, al próximo gobierno, sí generó no pocos comentarios el que, de confirmarse lo dicho, la posición a ocupar por el también exsecretario de Salud sería la de embajador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU)…
* Finalmente, como se previó desde un primer momento, Miguel Ángel Osorio Chong, ex de Gobernación, acabó imponiéndose en la puja por hacerse con la coordinación de la (raquítica) bancada del tricolor en el Senado… algo que, dicen, no sucederá en el caso de Enrique Ochoa Reza, el exdirigente que, en el mejor de los casos, deberá conformarse con asumir como uno más en San Lázaro.
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx