Los trastornos del sueño son frecuentes y afectan tanto a la cantidad como a la calidad del descanso. Hay muchos motivos para padecerlos, pero los adultos mayores pueden dormir mal por el consumo de algunos medicamentos o patologías como la depresión o la ansiedad.
Con el paso de los años disminuye la cantidad de sueño profundo y aparecen el sueño fragmentado o los despertares en mitad de la noche. Además, también pueden surgir trastornos como el insomnio, la apnea del sueño o el síndrome de piernas inquietas, que afectan a los adultos mayores”, explicó la psicóloga clínica Patricia Lascorz.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que un adulto duerma entre siete y ocho horas diarias. Sin embargo, los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) calculan que entre un 25 y un 35 por ciento de la población adulta padece insomnio transitorio, y entre un 10 y un 15 por ciento sufre insomnio crónico.
Además, la SEN apunta que el 25 por ciento de los enfermos de Alzheimer y hasta un 98 por ciento de los enfermos de Parkinson padecen insomnio. Por su parte, tanto el síndrome de piernas inquietas y las apneas obstructivas del sueño afectan a un 5 por ciento de la población cada una.
¿Cuál es el número ideal de horas que debemos dormir?
Por lo tanto, Lascorz apunta que hay “hacer una evaluación de todos los factores a la hora de plantear una actuación lo más canalizada posible para que los adultos mayores tengan una buena higiene del sueño”.
10 consejos para tener un sueño profundo:
- Irse a la cama y levantarse a la misma hora. Ayuda a reprogramar el ciclo del sueño de los mayores y a que haya una estabilidad.
- Evitar el consumo de estimulantes como el café, la nicotina o el alcohol, puesto que pueden causar sudores, dolores de cabeza o sueños intensos.
- Levantarse con el sol y usar las luces brillantes únicamente por la mañana, a media tarde o hacia la tarde-noche. El motivo es que la luz solar ayuda a regular el reloj biológico interno cada día.
- Tratar de ejercitarse durante al menos 20 o 30 minutos cada día, pero no en la tarde-noche o antes de irse a dormir.
- Desarrollar una rutina de relajación antes de ir a la cama que puede incluir un baño tibio, un estiramiento, escuchar música apropiada, leer u otras actividades relajantes.
- No irse a la cama hambriento, pero también evitar las cenas abundantes.
- No transformar el tiempo en la cama en tiempo de resolver problemas.
- Si se padece insomnio, no tener un reloj visible en el dormitorio: mirar el reloj solo intensifica el malestar.
- Revisar si las siestas ayudan en el rendimiento diario o provocan insomnio y actuar en consecuencia.
- Tener una ventilación e higiene adecuada.
Información Excelsior.com.mx