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No son las cifras, es el uso perverso de ellas

Por Ángel Verdugo

Una vez que nuestra Cámara de Diputados aprobó, lo que más que un verdadero Presupuesto es un documento contrahecho carente, desde las proyecciones mismas que sirvieron para armar la Ley de Ingresos, de toda sensatez en lo que debería ser una asignación eficiente de recursos siempre escasos, algunos de los siervos que se prestaron a ser cómplices del poderoso en turno para satisfacer sus desviados y perversos caprichos, se han dedicado a cantar loas a lo que más pronto que tarde probará su sinrazón.

Esto que vimos aquí durante los días recientes no es, para desgracia nuestra y de no pocos países en América Latina, la excepción; es la regla que todo lo pervierte, norma no escrita que tergiversa y prostituye un proceso que debería guiarse por la búsqueda de la eficiencia en la asignación de los recursos del erario.

Veamos ahora, algo de lo que en materia de un Presupuesto de Egresos y su elaboración hemos dejado de lado en América Latina con resultados diversos, pero siempre nefastos para el crecimiento económico.

Si bien es una perogrullada afirmar que las cifras por sí mismas nada dicen, en cuanto éstas son acomodadas en un documento que llamamos Presupuesto de Egresos de un gobierno, aquéllas que se caracterizaban por un silencio sepulcral se convierten, sin necesidad de explicar el porqué, en verdaderas parlanchinas.

Dicen y dicen sin parar, lo que sus autores pretendieron callar durante el proceso de acomodarlas al contentillo del poderoso en turno; es de tal fuerza y claridad lo que expresan, que su mensaje permanece un buen tiempo. ¿Cuánto? Lo necesario para exhibir la abyección de unos y la soberbia del otro; la disposición a obedecer ciegamente de unos, y la visión trastocada en materia de asignación de los recursos públicos del otro.

En materia de gobernación, otra perogrullada, no hay mejor prueba para evaluar la sensatez y capacidad en la gobernación de todo gobernante, que la distribución de los recursos que capta el erario, provengan estos de impuestos, derechos y aprovechamientos y de la contratación de deuda pública. Es aquí donde, como suele decirse coloquialmente, la puerca tuerce el rabo; dicho de otra manera, es aquí —con la asignación de aquellos recursos—, donde las peores y las mejores cualidades del gobernante quedan exhibidas sin maquillaje alguno.

Esta propensión, prácticamente de todos los gobernantes en América Latina —con las honrosísimas excepciones de rigor— a destinar más recursos a sus caprichos e ideas descabelladas, ha hecho más daño del que hemos estado y estamos hoy dispuestos a reconocer. Si recorriéremos la historia reciente, imposible sería no ver saltar los casos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina y Brasil entre otros, sin poder evitar mencionar a México en lo relacionado con el Presupuesto 2020.

Esta vez, en nuestro caso, ya con todo el poder concentrado en una persona —el poderoso en turno—, éste hace gala de su control absoluto y autoritario del Legislativo y sin la menor consideración por las formas que en ocasiones en política lo son todo, atropella todo disenso de su visión infalible en materia de darle lo más a quienes considera le redituarán mañana los votos necesarios y suficientes para lograr su escondido anhelo: gobernar como sea, pero por siempre.

Ha sido imposible y lo es más aún hoy, por encima y a contrapelo de los daños evidentes, acabar con las ambiciones de gobernantes que, si bien públicamente no lo dicen pero sus actos y decisiones lo gritan, lo que en verdad buscan por todos los medios entre los cuales destaca el uso faccioso de los recursos públicos, permanecer en el poder. El más reciente lo tenemos hoy en México en calidad de asilado: Evo Morales.

¿Cuáles serán los efectos que en poco tiempo veremos y padeceremos, de eso que equívocamente llaman Presupuesto de Egresos de la Federación 2020? ¿Qué recortes harán y a qué áreas en cuanto se vea la caída de los ingresos? ¿A cuántos miles de servidores públicos despedirán con una patada en el trasero como única liquidación?

Ante lo que vemos y padecemos, ¿piensa usted que creceremos con base únicamente en dádivas mil sin orden alguno, y con programas clientelares sin reglas de operación y padrones actualizados y veraces de beneficiarios? Es más, ¿piensa que este enfoque de la gobernación podrá ser sostenido sin crecimiento económico? Yo tampoco. Información Excelsior.com.mx

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