Por Enrique Aranda
A la vista del segundo de los tres debates entre candidatos presidenciales programados por el Instituto Nacional Electoral (INE), algo más de 40 días escasos antes de la más disputada y compleja elección, nada parece más cierto hoy que, de no ocurrir nada extraordinario que modifique radicalmente la decisión de millones, el resultado de aquello es previsible como, huelga decir, previsible es también el futuro del actual sistema nacional de partidos.
Y esto último porque, si bien no son pocos quienes siguen apostando, no sin razón, ciertamente, a que el llamado voto útil acabará modificando el (indeseado) resultado prefigurado hasta el momento, lo cierto es que gane o pierda cualquiera de los tres punteros —Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade Kuribreña—, la suerte de las organizaciones que los apoyan, y del sistema nacional de partidos en consecuencia, está en entredicho, pues, aunque sólo de manera relativa, su suerte seguirá a la de quienes los representan…
En entredicho, pues, como parece estar más que claro en el caso de los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), signatarios con el siempre “negociador” Movimiento Ciudadano de Por México al Frente que, por decir lo menos, perdieron toda suerte de identidad de fondo y esencia —“se descafeinaron, perdieron el alma”, explicaría alguno— en aras de avanzar en la imposición de una agenda que, en ánimo de hacerla aceptable por todos, acabó plagada de lagunas ideológicas y doctrinales, de principios de uno u otro, que no hacen más que abonar a la incertidumbre de buena parte de su militancia.
No es algo muy distinto lo que pasa en el viejo-nuevo Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados del Verde Ecologista (PVEM) y Nueva Alianza (Panal), cuya sobrevivencia (en cuanto que partidos con registro) depende cada vez más del primero que de ellos mismos, por lo que es dable pensar que será el tricolor el que deberá emprender, al inicio solo, una tercera-cuarta refundación si es que, como confían muchos, la selección de un candidato presidencial ciudadano les servirá, sí, para ganar el actual proceso y también para avanzar en el cambio, con nuevo rostro y postulados, que propios y extraños le demandan…
Al margen del impresentable PT, en contraste, y ocurra lo que ocurra con la elección presidencial, no parece despreciable aceptar (desde ya) que Movimiento Regeneración Nacional (Morena) apunta a ubicarse como primera fuerza desde el punto legislativo —“con clara mayoría en Senado y Cámara de Diputados” federal— y una creciente presencia a nivel gobiernos y legislativos estatales, particularmente en el sur-sureste y centro del país y que ello lo consolidará como la nueva izquierda, en tanto que Encuentro Social (PES) comenzará a disputar, ahora sí que, en condiciones de competitividad, la representación de las derechas (políticas y religiosas) que, sobra recordar, “el otrora partido de la gente decente” abandonó “por otra” (opción).
Nuevo Presidente, sí, pero entonces también nueva nómina de partidos.
ASTERISCOS
* De manos de Mohamed bin Rashid Al Maktum, primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, como adelantamos aquí, el mandamás en Infonavit, David Penchyna, recibió el Premio ONU-Hábitat 2018, el más importante a nivel mundial en materia de urbanismo, en el marco de una ceremonia en la que, a manera de reconocimiento al país, se especuló sobre la visita a México, en septiembre, de la titular ejecutiva del organismo, la malasia Maimunah Mohd Sharif.
* Amén de contribuir a elevar el potencial de comercialización de los productos agropecuarios, el recién firmado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP-11) ayudará a abrir nuevas oportunidades de negocio al sector productivo en la región Asia-Pacífico, celebró el coordinador senatorial priista Emilio Gamboa Patrón.
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx