Por: Celia Soto
La premisa de la #AgendaMigrante es de sentido común: antes de continuar con los preparativos e iniciativas para recibir la oleada de deportados del gobierno Trump, ¿por qué no les preguntamos a nuestros connacionales qué quieren hacer y de qué forma les podemos ayudar para lograr ese objetivo?
La respuesta fue abrumadora en un solo sentido y contrasta vivamente con los planes del Ejecutivo federal: preferentemente, los migrantes mexicanos no quieren que les faciliten el regreso, no quieren medidas para reinsertarse más fácilmente en México, no quieren planes de revalidación de sus estudios ni lugares en las universidades. Para decirlo con crudeza: los migrantes mexicanos no quieren volver; consideran que las razones por las que ellos o sus padres salieron de México continúan vigentes o han empeorado. En caso de recibir una notificación para iniciar el proceso de deportación, prefieren iniciar un proceso en tribunales que aceptar el regreso voluntario.
Muchos de ellos intentaron regresar y reinsertarse. Algunos lo hicieron después de ser deportados, pero varios decidieron regresar para vivir legalmente en su país. Todos los testimonios, acaparados mayoritariamente por mujeres, fueron brutales por su franqueza. Intentaron reinsertarse de muchas maneras. Llevando sus ahorros para poner un negocio para toparse con las extorsiones de la delincuencia o de las propias autoridades. Los robos en microbuses de la Ciudad de México y de su zona metropolitana representaron una experiencia traumatizante. El regreso al pueblito idílico de Guerrero de donde salieron de niños, un encontronazo brutal con una población secuestrada por los narcotraficantes y secuestradores.
“En México, me sentía indocumentado”, decía. A las dificultades para encontrar empleo formal se sumaba la cadena de trámites burocráticos imposible de superar por la falta de papeles mexicanos. Si por buena suerte conseguían emplearse, ganaban “setecientos pesos por semana. ¿Quién puede vivir con el salario mínimo?”.
Ante las dificultades, algunos intentaron “reinsertarse” en lugares distintos de los que habían salido. Pero el argumento que más escuchamos para decidir regresar a Estados Unidos fue el de la educación. “La educación pública no es gratuita, cobran cuotas para todo. Y es de pésima calidad, tanto en instalaciones físicas como en los contenidos que se imparten. Al gobierno no le interesa educar a sus ciudadanos. Le da igual si el niño asiste o no. En Estados Unidos si un alumno falta un día, los directivos de la escuela llaman por teléfono para saber las razones de la ausencia. Si falta varios días, se presentan en la casa de la familia para averiguar qué sucede”.
Con la llegada de Trump y el cambio de prioridad para deportar a los extranjeros sin papeles, de delincuentes potencialmente peligrosos a cualquier persona que haya cometido una falta administrativa recientemente o hace una década, los connacionales viven la zozobra de prepararse para escuchar una llamada nocturna en su puerta. Buscan parientes o amistades de plena confianza a quienes encargar a los hijos en caso de que los deporten y preparan cartas poder para confiar su patrimonio.
Si la prioridad es no regresar, las solicitudes que más escuchamos pedían ampliar y profundizar los servicios de los consulados, extender los horarios, especialmente las horas de asesoría con abogados probono, apoyar económicamente (pero también a través de los servicios consulares) a las numerosas organizaciones comunitarias dedicadas a la defensa de los migrantes, contactar, apoyar y respaldar a las organizaciones de abogados especializados en defensa de los derechos humanos y promigrantes como la ACLU, ILA y otras. En concreto, se requiere distribuir eficazmente los mil millones de pesos recientemente asignados a la red consular y multiplicar los recursos: en ello debe participar la iniciativa privada que hace negocios en Estados Unidos, los gobiernos de las entidades federativas con migración importante y nuevamente el gobierno federal.
En reuniones con legisladores y activistas también se insistió en otro abordaje: medidas bien estudiadas para afectar el bolsillo de la comunidad de negocios o de legisladores republicanos que ganan económicamente con México, pero maltratan a nuestros migrantes. De ahora en adelante, tendrán que escoger.
Nos vemos en Twitter: @ceciliasotog para seguir el desarrollo de la #AgendaMigrante, y también en Facebook: fb.com/ceciliasotog
Fuente: Excelsior.com.mx