Para un hombre de 46 años de Estados Unidos, sus muy peculiares problemas empezaron en 2011, cuando se había sometido a unas pruebas con antibióticos a partir de una herida en su dedo pulgar.
Después de una semana de tomar medicamentos, el sujeto reportó tener cambios abruptos de personalidad, como síntomas de depresión, conducta agresiva, pérdida de memoria e incapacidad para concentrarse.
Aunque un psiquiatra le recetó antidepresivos, una mañana fue detenido por manejar de manera errática. El hombre fue trasladado al hospital y una prueba de sangre arrojó que tenía 200 miligramos de alcohol por decilitro (mg/dl), el equivalente a haber tomado diez bebidas alcohólicas.
El hombre dijo que no había consumido ninguna bebida alcohólica aquel día, y que incluso rara vez tomaba cuando salía con sus amigos. Ni la policía ni el personal médico le creyeron.
En otro incidente que derivó en una fuerte caída que le provocó una hemorragia intracraneal, al ser internado en el hospital, la prueba de concentración de alcohol en la sangre arrojó que tenía 400 mg/dl, el doble de cuando fue detenido por manejar intoxicado. Aún así, nadie le creyó que no había tomado alcohol.
“La policía, los médicos, las enfermeras e incluso su familia le dijeron que no estaba diciendo la verdad, que debía ser un alcohólico de clóset,” dijo Fahad Malik, uno de sus doctores.
De acuerdo al reporte del Centro Médico de la Universidad de Richmond (publicado en agosto de 2019 en la sección de Gastroenterología de la revista académica BMJ), el sujeto se sometió a los análisis de una clínica en Ohio para averiguar que tenía en su cuerpo que lo hacía sentir como si estuviera ebrio.
Aunque los resultados no arrojaron nada fuera de lo normal, en la muestra de heces se detectó la presencia de un hongo unicelular de nombre Saccharomyces cerevisia, mejor conocido como levadura de cerveza.
En efecto, el cuerpo del paciente era capaz de producir su propio alcohol al fermentar los carbohidratos en su digestión. De este modo, su flora intestinal se había convertido en una fábrica de cerveza.
Aunque el sujeto recibió tratamiento, especialistas de la Universidad de Richmond lo contactaron para realizarle más pruebas. Fue así como fue diagnosticado con síndrome de autofermentación, una rara enfermedad caracterizada por la producción de etanol “a través de la fermentación endógena por hongos o bacterias en el sistema gastrointestinal”.
Gracias a unas terapias antifúngicas y la ingesta regular de probióticos, la flora intestinal del paciente pudo recuperar su estado normal. Sobre cuáles fueron las causas, el reporte médico explica:
Creemos que los síntomas de nuestro paciente fueron provocados por la exposición a antibióticos, lo que resultó en un cambio en su microbioma gastrointestinal, efecto que permitió el crecimiento excesivo de hongos.
Un año y medio después de recibir su diagnosis, el paciente “permanece asintomático y ha retomado su estilo de vida anterior, incluyendo una dieta normal, mientras sigue comprobando de manera esporádica sus niveles de alcohol con pruebas de aliento.”
Con información adicional de New Scientist.