La adolescencia es el “periodo de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud”, según la Real Academia Española (RAE), y se presentan cambios, entre ellos el desarrollo físico, emocional e intelectual.
La mayoría de los niños y niñas entran a la adolescencia percibiendo el mundo a su alrededor en términos concretos: Las cosas son correctas o no, maravillosas o terribles. Raras veces ven más allá del presente, lo que explica la incapacidad de los adolescentes jóvenes de considerar las consecuencias que sus acciones tendrán a largo plazo, explica el sitio Healthy Children.
Al final de la adolescencia, muchos jóvenes han llegado a apreciar las sutilezas de las situaciones e ideas y a proyectarse hacia el futuro. Su capacidad de resolver problemas complejos y sentir lo que los demás piensan se ha agudizado considerablemente. Pero debido a que todavía no tienen experiencia en la vida, hasta los adolescentes mayores aplican estas destrezas que recién encontraron de manera errática y por lo tanto, pueden actuar sin pensar.
Si se puede decir que los adolescentes tienen un motivo para existir (además de dormir los fines de semana), sería afirmar su independencia. Esto les exige distanciarse de mamá y papá. La marcha hacia la autonomía puede tomar muchas formas: menos afecto expresivo, más tiempo con los amigos, comportamiento polémico, desafiar los límites; la lista puede continuar. Pero aún los adolescentes frecuentemente se sienten confundidos sobre abandonar la seguridad y protección del hogar. Pueden estar indecisos anhelando su atención, solo para regresar al mismo punto.
Si eres padre o madre de un adolescente, te tenemos un listado de los ocho errores más comunes que se pueden cometer, al tratar con tus hijos que atraviesan por esta etapa de la vida:
1 Problemas de comunicación
Debes tener en cuenta dos aspectos: El primero es la disponibilidad para dialogar; la conversación no siempre tendrá lugar cuando tú lo desees, sino cuando tu hijo lo necesite. Esto es una semilla que hay que plantar y cuidar. El joven irá percibiendo con el tiempo si verdaderamente lo escuchas, si tienes prisa o si eres capaz de hacer un paréntesis en tus actividades para platicar, según una publicación de Enfemenino.
El segundo aspecto es que no sirve de nada utilizar estas técnicas si tu conducta dice lo contrario al discurso. Por eso, es importante que ofrezcas a tu hijo, mediante el diálogo, los principios que deseas inculcar en él y entre los que no debe faltar el cariño o la capacidad de reconocer los errores.
Recomendaciones:
Escúchalo, entiende sus sentimientos, resume sus ideas y dale información útil.
Elige el lugar y el momento adecuados para hablar con él.
Lleguen a un acuerdo parcial, recompénsalo y hazlo reír.
2 No escucharlo
No inicies la conversación con un juicio previo.
Observa lo que dices y cómo lo haces.
Asume una postura activa cuando hables con él, colócate frente a él, evita cruzar las piernas y los brazos.
Mantén contacto visual, míralo a los ojos.
Realiza gestos y produce indicaciones verbales que indiquen a tu hijo que lo estás escuchando.
Evita las distracciones externas como ruido o llamadas de teléfono; así como las internas, como tus preocupaciones y las prisas.
No interrumpas a tu hijo, déjalo hablar.
No rechaces lo que tu hijo siente.
No confecciones soluciones preestablecidas ni precipitadas.
3 No tener empatía
Tener empatía con tu hijo es tener la capacidad de identificarte con él y compartir sus sentimientos.
Resumiendo las ideas y los sentimientos que tu hijo te transmite, hazle comprender que lo entiendes, que estás atento a lo que dice.
4 No escoger el lugar y momento inadecuados para dialogar
Sin duda este es un aspecto de suma importancia, ya que cualquier habilidad utilizada en una situación inapropiada producirá el efecto contrario al deseado. Puedes establecer las siguientes normas:
Si vas a criticar o pedir explicaciones, espera a estar a solas con tu hijo.
Si vas a elogiarlo, será bueno que esté con su grupo u otras personas significativas.
Piensa si necesitas el apoyo de tu pareja, un psicólogo experto en conducta o alguno de sus profesores de la escuela.
Si ha comenzado una discusión, ves que se te escapa de las manos y no es el momento apropiado, utiliza frases como: “si no te importa podemos seguir discutiendo esto más tarde”.
5 No hacer uso de los mensajes ‘yo’
Esta es la habilidad que más cuesta usar y de la que puedes sacar más beneficios. No le salen las palabras, incluso le da vergüenza porque se siente vulnerable, porque significa abrirse a los demás y cree que esto nos hace débiles. Por regla general, cuando queremos transmitir nuestro disgusto por algo que ha hecho otro, lo acusamos y generalizamos la situación.
Recomendaciones:
Concretiza: “Cuando tú…”.
Muestra tus sentimientos: “Yo me he sentido…”.
Explica la razón de tu sentimiento.
Especifica el cambio: “Por eso te pediría que la próxima vez…”.
6 Incapacidad de lograr acuerdos
La incapacidad de lograr acuerdos es otra habilidad que cuesta poner en práctica, porque significa ceder, reconocer que tu hijo también puede tener la razón y sin embargo, es un buen ejemplo que puedes ofrecer a tus hijos.
Debes tener la capacidad de reconocer tus errores.
7 No recompensar
El primer aspecto es tener cuidado para no reforzar las conductas que queremos eliminar. Esto ocurre algunas veces sin que nosotros mismos nos demos cuenta y te olvidas de recompensarlo.
8 Provocar enfrentamientos
El mejor final de una conversación con tu hijo será una sonrisa. Las habilidades referidas se utilizarán siempre en situaciones serias, de desacuerdo, de enfrentamiento o crítica; pero esto no es incompatible, más bien todo lo contrario, busca terminar el diálogo con reconciliación y alegría.
La educación de un hijo no es fácil, pero puedes solicitar ayuda de un especialista para lograr que la adolescencia no sea una pesadilla para ti ni para la familia. Información Noticieros Televisa