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Para tigre, la CNTE

Por Pascal Beltrán del Rio

El fin de semana pasado, Ivonne Melgar describía en estas páginas, de forma muy gráfica, que los legisladores de la mayoría oficialista se encuentran “entre la espada del discurso presidencial y la pared de la realidad política”.

Por parafrasear al expresidente Vicente Fox, el Ejecutivo propone, el Congreso dispone, pero luego viene la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador y todo lo dispuesto se recompone o se descompone.

La contrarreforma educativa es la mejor muestra de ello.

Durante la campaña electoral, López Obrador prometió a los maestros de la CNTE que echaría abajo la Reforma Educativa (RE) impulsada por su antecesor.

Luego de convertirse en líder de la mayoría oficialista en San Lázaro, el diputado Mario Delgado prometió que de la RE no quedaría una coma.

Y, bajo la premisa de que muchos sectores sociales no habían sido consultados para la RE, el entonces futuro secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, se encargó de realizar foros en todo el país para recoger opiniones, incluidas las del magisterio.

Pero, ¿qué pasó después? Que al presidente López Obrador le gustaron algunas partes de la RE, como la centralización de la nómina de los maestros, algo que nunca ha querido la CNTE.

Además, la Coordinadora se enfrascó en la terminología de la contrarreforma prometida por AMLO y exigió al tabasqueño que no hablara de derogación o anulación de la RE, sino de abrogación.

Esto llevó al hoy Presidente a descalificar a los miembros de la CNTE llamándolos conservadores, así como a conminarlos a dejar de faltar a clases.

El resultado fue el envalentonamiento de la Coordinadora, que envió a un reducido grupo de agremiados a bloquear el Palacio Legislativo para impedir que el dictamen de la contrarreforma educativa, negociado entre las bancadas del oficialismo y de la oposición en San Lázaro, se llevara al pleno de la Cámara.

Como la contrarreforma educativa requiere modificar artículos constitucionales, el oficialismo debió consensuar con la oposición e incorporar sus propuestas al dictamen, a riesgo de no alcanzar la mayoría calificada de dos tercios.

Las partes pactaron un dictamen de contrarreforma educativa que no gustó nada a la CNTE. Enterado de ello, el Presidente ordenó a sus legisladores quitar del texto todo aquello que molestara a la Coordinadora.

Eso obligó a Moctezuma y Delgado a poner en pausa lo negociado con la oposición para instalar una mesa de diálogo con la CNTE. Pero, como la Coordinadora no es fácil de complacer, el miércoles por la noche se retiró de las conversaciones, declarándose en “alerta máxima” y llamando a miles de maestros de Oaxaca para venir a la Ciudad de México a participar en manifestaciones que tendrán lugar en los próximos días.

Así, el gobierno desató al famoso “tigre” con el que el hoy Presidente tantas veces amenazó durante la campaña.

Lo que fue un plantón de unos cuantos manifestantes frente a San Lázaro probablemente se vuelva un contingente masivo.

La alianza con la CNTE podría convertirse para López Obrador en un auténtico pacto con el diablo del que difícilmente podrá zafarse, pues él mismo ha equiparado la aplicación de la ley con la represión, y ahora tendrá pocos márgenes de maniobra para domar al tigre.

Lo irónico es que, al final, quizá no pueda dar gusto a la CNTE ni queriéndolo, pues alterar el dictamen ya aprobado puede llevar a la oposición a no entregarle los votos que necesita para materializar la contrarreforma. Información debate.com.mx

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