Por Víctor Beltri
Qué papelón. Nuestra izquierda, la de las luchas sociales, la idealista, la que buscaba la igualdad. La de Heberto Castillo, la de Cárdenas, incluso la de Poniatowska: la izquierda de la gente que se atrevió a pensar en un mundo distinto, en un mundo igualitario, ahora se ve obligada a tragar sapos. De los grandes, además.
Qué papelón y, sobre todo, qué orfandad. Nuestra izquierda moderna, la de los ilustrados, los que salieron a estudiar —pero sobre todo a aprender— en el extranjero; los que vieron otras realidades y admiraron, con un dejo de envidia, a los líderes de otros países. Los que se graduaron y comprendieron —el primer trago amargo— que nuestro país no contaba con opciones de izquierda moderna verdadera y que, si deseaban impulsar sus ideas progresistas, tendrían que hacerlo a bordo del único conducto disponible, del que había hecho de la izquierda una marca, más que un ideario.
Una marca única, a final de cuentas. Una marca que prometía lo que sus directivos jamás estuvieron dispuestos a cumplir, pero en la que sus seguidores decidieron creer; una marca que ha estado dispuesta a recibir a cualquiera que quiera brindarle su apoyo: desde quien les tiró el sistema en el 88 hasta quienes estuvieron implicados en la masacre de Iguala. Una marca que no tiene más sustento que el de quien la abandera; un partido que no tiene más sentido que lo que su líder decida. Un partido que hoy, a menos de un año de la elección que podría llevarlo al poder, decide realizar la alianza más irracional de la historia política moderna.
Pégame, pégame pero no me dejes. Qué papelón, de nuevo. Nuestra izquierda, la de las luchas sociales, la idealista, la que buscaba la igualdad, la de los ilustrados, la de los que salieron a ver otras realidades y admiraron a otros líderes, hoy busca cómo justificar la alianza de López Obrador con las dos opciones que no son sino su antítesis. Un sapo complicadísimo de tragar: por un lado, el prediluviano PT y sus alianzas explícitas con Corea del Norte y, por el otro, el PES y su fundamentalismo religioso. Qué lejos queda el CIDE, qué lejos queda el ITAM, qué lejos queda la cordura: qué lejos queda, también, el sentimentalismo ramplón con el que Epigmenio se empeña en describir a un sujeto cuyos hechos no coinciden con sus palabras. Unas palabras que, por otro lado, sus seguidores han decidido tragarse como vengan: “Vamos a seguir con esta postura, que nadie tenga dudas, desconfianza, y, que quede claro, para todos, y de manera especial para la comunidad gay: no somos oportunistas, no luchamos sólo por los votos, luchamos por principios, luchamos por idiales, y no tienen nada que temer: vamos a respetar la diversidad sexual”.
Pégame, pero no me dejes. No deja de ser irónico que, tanto el matrimonio igualitario como la legalización de la mariguana, dos causas fundamentales de la izquierda mundial, hayan sido impulsadas durante la administración actual —con la oposición de Andrés Manuel— mientras que la izquierda reconocida realiza alianzas con la ultraderecha y el régimen totalitario de Corea del Norte. ¿Es en serio?
¿Es en serio? Sí, la corrupción actual; sí, el haiga sido como haiga sido; sí, lo trataron de desaforar torpemente. Sí, se llama de izquierda, pero se alía con los que estarían dispuestos a lincharlos si los vieran besarse en público. Sí, dijo que lucha por idiales, dijo que va a respetar la diversidad sexual: también les dijo que era de izquierda y a la vez guadalupano. La lucha política no debería de ser por encumbrar a un personaje, sino por encontrar el bien común: más allá de filias y fobias, más allá de colores partidistas, más allá de las cursilerías de Epigmenio, más allá de los rencores personales, ¿en verdad vamos a hacer esto? ¿En verdad confían en que cumpla sus promesas —en el contexto de la necesidad urgente del matrimonio igualitario y la legalización de las drogas— quien se ha opuesto desde un principio a lo que implican? ¿Se dan cuenta de que lo pudieron haber obtenido en esta administración, y decidieron no hacerlo, por seguir apoyando al aliado de Corea del Norte y los extremistas religiosos? ¿De verdad no lo ven?
Información Excelsior.com.mx