Por Yuriria Sierra
Monos aulladores, iguanas, carpas, robalos, agujones y peces diablo. Esas otras especies que se ven en las aguas de Tabasco. Pero así como los pejelagartos y manatíes, han dejado de ser una fauna representativa por su presencia en el ecosistema. En las últimas semanas, son más bien especies, todas ellas, que cuentan con ejemplares muertos. Lo narró así mi compañero Ernesto Méndez en Imagen Televisión: “La cifra oficial de manatíes muertos hecha pública por Rafael Pacchiano, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, es de 34; pero muchos ya ni se cuentan, porque se entierran con cal y se acaba el problema o se dejan ir por el río (…) Los propios representantes del gobierno federal y estatal tienen prohibido hablar de cifras (…) Tan sólo en el municipio de Macuspana, en Los Bitzales, Naranjos, Nabor Cornelio, Pitahaya, Los Güiros y El Venadito llevan contabilizados 63 manatíes muertos…”.
Autoridades locales aseguran que la muerte de ejemplares de estas especies se ha convertido en un panorama tan común que los habitantes ya no se sorprenden. Ante la poca respuesta de las comunidades ambientales, han dejado de avisar cuando aparecen cuerpos de estos animales. A nivel federal, los funcionarios no detallan más allá de lo dicho por Pacchiano, esa cifra que, aseguran quienes viven en las localidades afectadas, se queda corta con la realidad.
Hace unos días, apareció el cuerpo de una manatí junto a su cría; esto obligó a una visita de autoridades de la Profepa y de la Secretaría de Energía, Recursos Naturales y Protección Ambiental. No es que sea parte de su rutina, sino que acudieron al llamado de los habitantes, pero sólo para sepultarla. No hay intención de realizar alguna prueba sobre las causas de ésta y otras tantas muertes.
No es cuestión de empatía, sino de falta de responsabilidad. ¿Qué puede ser la causa de la contaminación del agua que está matando a las especies que habitan en ella? No es un caso en particular. Basta escuchar a los habitantes de las comunidades para darse cuenta de las dimensiones de este crimen ambiental que inició el pasado 18 de mayo, cuando apareció el primer ejemplar de manatí muerto, una especie que, además, está protegida por estar en peligro de extinción.
Hace más de un mes, tabasqueños pidieron declaratoria de emergencia en la zona, en ese entonces, contrario a las cifras de la Semarnat, ellos contaban 70 manatíes y 8 toneladas de peces muertos en un lapso de casi tres meses. Acusaron a los 100 pozos de Pemex que se encuentran en las cercanías de emitir sustancias tóxicas que llegan a los ríos y lagunas. Una semana después, la Profepa aseguraba que no había contaminación en el agua, pero en sus cuentas sólo anotaban la muerte de 27 ejemplares de manatíes, como si las otras especies y ejemplares no existieran. Para las autoridades ya no es tema de investigación.
Uno de los argumentos más fuertes contra el proyecto del NAIM es su impacto ambiental. No sólo con las especies que habitan en el Lago Nabor Carrillo, sino con el lago mismo que podría secarse. Y si éste es uno de los proyectos que más ha señalado AMLO por su, dice, inviabilidad, ¿con qué estudios ambientales va a sustentar y defender la construcción de las dos refinerías que prometió en Tabasco y que comenzarían apenas inicie el sexenio?
Hay una emergencia ambiental —aunque no declarada por las autoridades— por la muerte de manatíes en el estado del que es oriundo, que afecta incluso la localidad en la que nació. Pero, repito, también son los monos aulladores, iguanas, carpas, robalos, agujones, peces diablo… También son los pejelagartos. Todos mueren porque algo en el agua los está matando. ¿Aun así se levantarán las refinerías? ¿Por encima de la emergencia? ¿Sobre la exigencia de investigación de los habitantes? ¿Sobre las especies en peligro de extinción?
ADDENDUM. Somos apenas una de las 7.77 millones de especies animales vivas en la Tierra. Y, a saber, la única que la está destruyendo. Ésta, la única que tenemos y compartimos con ellos todos… Presidente electo, Andrés Manuel: Tabasco es su primera casa: cuidemos a sus manatíes, a sus pejes y, sí, también a sus lagartos. Porque de otra forma sus pantanos, los que nos prestan, terminarán, tarde o temprano, por manchar todos los plumajes. Información Excelsior.com.mx