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Periodistas huachicoleros

Por Francisco Garfias

¿Ya lo viste? Me preguntó el conocido comunicador Héctor Gandini, en un WhatsApp que envió la tarde del pasado domingo 13 enero.

Adjuntaba la lista de los veinte “periodistas huachicoleros que succionaban dinero a Pemex a través de sus sitios de internet” —así se titula— en cinco de los seis años de gobierno de Enrique Peña Nieto (2013-2017).

Mi nombre estaba allí, a mitad de la tabla, junto al de destacadísimos y prestigiados colegas acusados de complicidad con los ladrones de combustibles: Francisco Garfias, 580 mil pesos.

Revisé las cuentas. La cifra es correcta. Es lo que nos pautó Pemex en banners y videos a lo largo de ese lustro, para el portal que dirijo: ElArsenal.net.

Nada de qué avergonzarme. Dividida entre los 60 meses que tiene un lustro, esa cantidad da un promedio de 9 mil 666 pesos al mes.

Lo que no dice la tendenciosa nota es que en el portal colaboran trece personas. Hay que pagar oficina, servicios, equipo. Y no siempre hubo banners para cubrir la nómina.

Al principio no le di importancia. Me pareció uno más de los vomitivos textos que abundan en las redes sociales. Mala leche de un desconocido ávido de reflectores.

Es más, coincido con Federico Arreola, quien ayer escribió sobre el tema, en que hay dinero detrás de la difusión de esas listas. Me canso ganso.

No conozco al señor Julio C. Roa, autor de texto. Nunca había escuchado de él. Por esta vía le pregunto, ¿Recibir pautas publicitarias de Pemex nos hace aliados de la mafia huachicolera? ¿Nos arrebata el derecho a criticar?

¿Un reportero no tiene derecho a dirigir un portal y buscar cómo sostenerlo sin caer en señalamientos baratos? ¿Quiere exhibirnos como ladrones? ¿Intimidarnos?

Apenas me entero que ese señor Roa es un activista que vive en Toronto, Canadá. Tiene una lavandería.

Por el intercambio que sostuvo el pasado domingo en Twitter con Raymundo Riva Palacio, nos enteramos que nadie le dio trabajo como periodista en México.

Esto escribió el respetado columnista de El Financiero sobre Roa:

“Es un difamador que usurpa la profesión de periodista. Es un lavandero que vive en Toronto y que lleva años difamando periodistas”.

Y le dice directamente: “La mentira es tu interpretación. No te escondas en medias verdades. Eres un manipulador. Por eso nadie te dio trabajo en México”.

Las respuestas de Roa en Twitter, por cierto, fueron borradas. ¿Por qué sería?

Es lamentable que utilice esa lista para intentar desprestigiar, difamar, acobardar, lastimar a los periodistas que critican.
Ayer mismo volvieron a la carga. Replicaron por todos lados que Julio C. Roa “en el marco de transparencia y rendición de cuentas” (¡ajá!) solicitó a Pemex la lista de periodistas que cobraban en la paraestatal para hacer negocios privados y no tocar el huachicol.

Una bajeza.

Vuelvo a preguntar. ¿Habrá leído alguna vez ese señor mis columnas? ¿Lo que escribí sobre los sobornos de Odebrecht? ¿Sobre Palmarito, Puebla? Le hice duras críticas a Peña Nieto y a Lozoya ¿Las leyó?

Lo que sí puedo asegurar es que jamás fue reconvenido por nadie.

Es más. Hago mías las palabras publicadas, ayer, por Federico Arreola en SDPNoticias: me honra que me ubiquen en esa lista junto a profesionales del periodismo tan destacados.

Destaco, también, los señalamientos de Marco Levario Turcott, el mero-mero de la revista Etcétera:

“La difamación contra periodistas está empezando a ser recurrente, como un método para presionar e inhibir la pluralidad en las redes sociales y en los medios tradicionales”.

Si eso es lo que buscan, se van a quedar con las ganas.

Ya que estamos. No sólo hay campañas de difamación contra periodistas. Ocurre también con funcionarios heredados del gobierno de Peña Nieto. Un ejemplo es Paola Meneses, directora de Vinculación de Bansefi.
Le atribuyen toda clase de desplantes y hechos que ni siquiera son de su competencia, como correr a cuatro mujeres —una de ellas embarazada— o meter hombres armados al banco “para sacar una fotógrafa” y más.

Entre otras cosas, Meneses responde:

“Yo no puedo correr a nadie. No está dentro de mis atribuciones. Se trata de personal de outsourcing y se les vencieron los contratos. Lo único que he hecho es cumplir con los lineamientos de la nueva administración y ser exigente con los colaboradores”.

Se le harán cambios a la minuta aprobada en San Lázaro para la creación de la Guardia Nacional. A López Obrador no le gustaron algunas de las modificaciones hechas al proyecto de ley original. En especial, la eliminación de una disposición que permitía a la Guardia tener el mando militar durante un periodo limitado.
Y donde manda capitán…

Ayer nos enteramos en el Senado que se evalúa convocar otro Periodo Ordinario para darle gusto al Presidente.

¿La razón? Están convencidos de que aguantar el explosivo tema hasta ordinario, que empieza el 1º de febrero, dificultaría su aprobación.

Las presiones de las ONGs para evitar lo que consideran la “militarización de la seguridad pública” cada vez son mayores y con ello el costo de los cambios.

Mario Delgado, coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro, también dio color:

“Coincidimos con el presidente Andrés Manuel López Obrador. La propuesta puede ser mejorada. Estaremos atentos a lo que determine el Senado”.

En San Lázaro, añadió, estamos de acuerdo y listos para abordar los cambios en un nuevo periodo extraordinario. Información Excelsior.com.mx

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