Por Ángel Verdugo
Los días transcurridos desde la presentación de ese engendro que malamente dieron en llamar Plan de Negocios de Pemex, nos han permitido recuperar la normalidad y así, poder ver las cosas con claridad. El polvo no nos permitió —los primeros días posteriores a su publicación—, ver con claridad lo que se nos estaba ofreciendo; hoy, asentado aquél, podemos ver claramente lo que el sedicente Plan significa y lo que permite pronosticar. Entremos pues a dicha tarea.
Lo primero que debemos decir —de lo dado a conocer por Pemex—, es que en esa mal llamada empresa productiva del Estado lo que en realidad priva es, no otra cosa que una profunda ignorancia en materia financiera.
El concepto Plan de Negocios es, lo entendamos y aceptemos o no, uno de dominio obligado para todo aquél que de manera profesional se dedique a las finanzas, sea en calidad de inversionista, consultor en ese campo o empleado responsable de las finanzas de la empresa donde presta sus servicios.
Entender esta obligación, y estudiar a consciencia aquel concepto para conocer la importancia que tiene un Plan de Negocios como sustento de toda inversión y el de cada uno de los elementos que lo integran, puede hacer la diferencia entre una inversión rentable, y otra que podría terminar en pérdidas para el inversionista.
Con lo dicho en los párrafos anteriores y frente a lo que publicó Pemex, ¿qué podríamos decir? De entrada, tal y como señalo en el primer párrafo, lo dado a conocer no es, ni de lejos, un Plan de Negocios. Es, en el mejor de los casos, un conjunto de buenas intenciones.
La situación que enfrenta Pemex en los tiempos que corren no es fácil en modo alguno y si me apurare, diría que se juega su supervivencia como empresa. Los planteamientos que se leen en las casi 300 cuartillas del documento eluden, tal y como ha hecho este gobierno desde su principio, los problemas estructurales que tienen postrado a Pemex desde hace no pocos años.
La sobrepoblación laboral, un Contrato Colectivo de Trabajo absurdo y onerosísimo junto con un Sistema de Jubilaciones y Pensiones sin sustento, y la renuencia a asociarse con las petroleras que poseen tecnología avanzada y por sobre todo esto, de manera destacada, una profunda y ofensiva corrupción, han dado por resultado una empresa en quiebra cuya deuda rebasa los 100 mil millones de dólares.
¿Cómo podría alguien con dos dedos de frente, dados los problemas anteriores y otros de igual gravedad, esperar una mejoría sensible de la situación grave que enfrenta Pemex cuando no se plantean las medidas radicales que aquéllos ameritan? ¿Quién pensaría que Pemex saldrá adelante cuando no se toca el Contrato Colectivo, y tampoco el Sistema de Jubilaciones y Pensiones?
¿En verdad piensan que con dejar de cobrar cantidades menores de impuestos los siguientes dos años frente a su débil situación financiera, salvará a Pemex? ¿Y qué decir de esa inyección de capital, cuyo monto son cacahuates frente a sus necesidades de inversión?
Ésas y preguntas similares no encuentran respuesta en las más de 270 páginas; mucho texto escrito con una prosa densa y farragosa, y un conjunto de gráficas que, si uno las lee con objetividad encuentra una tendencia negativa que luce imposible de revertir. Todo ello, lejos de aclarar las cosas, las confunde.
¿A qué se debe esa falta de responsabilidad traducida en la presentación de un documento carente de toda credibilidad, por la falta de definiciones clave para el futuro de la empresa? ¿Qué explica el desprecio por responder —con el Plan de Negocios—, a la grave realidad que Pemex enfrenta que sin duda exige a ambas partes (Pemex y Secretaría de Hacienda), objetividad y un gran sentido de responsabilidad?
Hoy, una vez dado a conocer el mal llamado Plan de Negocios el cual, lejos de haber disipado las dudas de las calificadoras y los acreedores generó más dudas y escepticismo, ¿qué sigue? ¿Atrincherarse en la soberbia y la irracionalidad del vamos requetebién, e insultar a las calificadoras y a todo el que ponga en duda la calidad de ese documento, vago y sin respuestas a los problemas estructurales de Pemex?
¿Quién en las semanas que vienen confiará en Romero y Nahle, en lo que se refiere a sacar adelante la gran responsabilidad que hoy tienen? Es más, hoy, lo único seguro que hay al conocer ese remedo de Plan de Negocios, es que ambos serán despedidos. Información Excelsior.com.mx