Por Eduardo Ruiz-Healy
“… lo único que creo que debemos de tener todos los que participamos en el noble oficio de la política es el no tener mucho apego al poder, el no quedarnos mucho tiempo, el no sentirnos insustituibles, el no caer en el necesariato, el no decir: ‘Me falta tiempo para terminar la obra’ (…) Eso lo tengo muy claro (…) si me dan el apoyo en marzo [de 2022] para que yo continúe, a finales de septiembre del 24 me retiro y es retiro completo. Nada de que ‘le invitan a dar una conferencia a la Universidad de la Ciudad de México que usted fundó’, no; ‘que le invitan a un seminario sobre la reina de las maderas, la caoba’, no, nada. No vuelvo a participar, cancelo el Face, el Twitter, mi teléfono, todo, no vuelvo a estar en un acto público, voy a procurar que no me tomen ninguna foto, porque entonces sí voy a poder estar totalmente cómodo, no hace falta estarse rasurando todas las mañanas. Entonces, con los árboles, con los pájaros, escribiendo, y eso no para publicar cada año, no, voy a publicar, saliendo, a los tres años, para no tener nada que ver”.
Lo anterior es parte de lo que ayer dijo durante su conferencia de prensa el presidente Andrés Manuel López Obrador. Al escucharlo me pregunté: ¿podrá realmente bajarse del escenario en el que ha estado permanentemente desde noviembre de 1991, cuando se convirtió en una personalidad nacional al encabezar una marcha de 50 días de Tabasco a la Ciudad de México para protestar contra lo que para él fue un fraude electoral perpetrado por el PRI contra los perredistas tabasqueños en las elecciones intermedias de ese año? Esa marcha, que él denominó como Éxodo por la Democracia, fue el evento que lo lanzó al estrellato.
Cuatro años después, en abril de 1995, encabezó la Caravana por la Democracia, también de Tabasco a la CDMX, para protestar contra los resultados de las elecciones locales de noviembre de 1994 en donde perdió la gubernatura tabasqueña frente al priista Roberto Madrazo.
Meses después, en agosto de 1996, fue electo presidente nacional del PRD. En ese cargo logró que candidatos perredistas ganaran la jefatura de gobierno del DF en 1997, las gubernaturas de Tlaxcala y Zacatecas en 1998 y la de Baja California Sur en 1999. Y no solo eso, en 1997 el PRD se convirtió en la segunda fuerza en la Cámara de Diputados.
Lo demás es historia. Ganó la Jefatura de Gobierno del DF en 2000, perdió las elecciones presidenciales de 2006 y 2012, y en 2018 por fin ganó la Presidencia de la República.
En septiembre de 2024 faltarán pocos meses para que se cumplan 35 años desde que Andrés Manuel encabezara su Éxodo por la Democracia. Desde entonces ha sido tema de conversación, admirado por muchos y detestado por otros muchos; ha pronunciado quién sabe cuántos discursos en incontables rancherías, pueblos y ciudades; ha criticado a los gobiernos neoliberales de priistas y panistas; ha denunciado la inmensa corrupción que prevalece en nuestro país.
Ha hablado ante pequeños grupos reunidos en plazas públicas y a todo el país a través de la radio y televisión. Ha debatido, discutido y cuestionado.
Desde el 1 de diciembre de 2018 ha dado casi 700 conferencias de prensa matutinas.
La mitad de su vida adulta ha estado arriba del escenario. ¿Realmente podrá bajarse el 30 de septiembre de 2024?
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