Por Yuriria Sierra
Llegará el momento en que se acaben los atajos lingüísticos del Presidente para justificar lo que en el adversario sería motivo de condena. Llegará, el lenguaje es infinito, pero riguroso. Y eso tendrá que obligarlo a reconocer las tantísimas similitudes que tiene su movimiento frente a sus enemigos.
Los eufemismos van y vienen, por ahora. Arropado por una popularidad aún por encima del 50%, pero con decisiones y resultados altamente cuestionables bajo argumentos que se sostienen con números y hechos. Y esto lo sabe, por eso Andrés Manuel López Obrador seguirá usando la mañanera como escaparate del rencor, como escenario para la farsa. No importa qué, no importa quién. El mandatario siempre refuta lo que sea que sale mal con un calificativo, con una frase pegajosa, con una declaración vuelta show que dure 24 horas, en lo que vuelve a encontrarse con reporteros en Palacio Nacional.
El último adjetivo usado fue “politiquerías”. Lo expresó ante la valiente renuncia de Jaime Cárdenas, quien no estuvo ni medio año al frente del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado. En su salida, ya lo sabemos, argumentó robos de lo recuperado en otras transas.
Sin embargo, el Presidente, en su intento de esquivar el golpe, afirmó que hasta ahora no se ha reportado ninguna anomalía en los avalúos, pero si existe alguna denuncia se investigará como corresponde. Desdeñó el trabajo del ahora exfuncionario porque están con él o contra él. Dijo, además, que los proyectos de la 4T implican lealtad a ciegas, pero que no lo malinterpretemos, no hacía él, sino en beneficio del pueblo. Lealtad a ciegas, oídos sordos.
No fue lo único. Tras la renuncia en el Indep llegó la de Alfonso Morcos a la dirección del Centro Nacional de Control de Energía. Esto, para López Obrador mereció esta declaración: “Sí, en este caso entiendo, el señor ya está grande (…) pero ya se nombró al sustituto…”.
La salida de Morcos se reportó apenas momentos después de una reunión con el presidente. En Palacio Nacional el futuro está en el pasado, en el petróleo, y está dispuesto a soltar a cualquiera que no comparta esta visión. Total, siempre habrá un calificativo para quien huya.
Politiquería será para el Presidente señalar nepotismos al interior de su gobierno.
Seguramente, pero los hechos están ahí: a la salida de Julio Trujillo como subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental en la Semarnat, llegó Tonatiuh Herrera, hermano del secretario de Hacienda, Arturo Herrera. Pero politiquería es ver la piedra en el arroz.
ADDENDUM. En contraste, muy lejos de los calificativos, Marcelo Ebrard fue reelecto como presidente pro tempore para el 2021 en la Celac. Las razones están ahí: ha sido pieza fundamental en los esfuerzos que hace el país para garantizar el acceso a la vacuna contra la covid-19. Gracias a sus gestiones, México pudo robustecer la infraestructura para la atención de enfermos: importación y fabricación de ventiladores, hasta el convenio con hospitales privados para atender a pacientes del sector público; sumó a empresas y universidades para enriquecer el combate al coronavirus. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños lo reconoce así, dejándolo al frente del organismo que los agrupa. Información Excelsior.com.mx