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¿Por qué nos encanta lo irrelevante, la basura?

Por Ángel Verdugo

Si bien las causas de esa inclinación al grito más que a la reflexión son diversas, siempre es interesante enumerarlas. Seguro estoy que la lista que cada uno elaboremos para explicar dicha conducta no acabaría con las discusiones acaloradas las cuales, en no pocas ocasiones llegan a los golpes por lo de si fue o no penal, pero sí las reducirían.

Al margen de la utilidad de definir por qué nos seducen esos temas (que las más de las veces son basura), ¿qué piensa usted de esa inclinación tan nuestra por lo banal y frívolo? ¿Piensa que podríamos cambiar esa propensión de millones de mexicanos a interesarse por la basura en unos cuantos años, o tendríamos que vivir con ella durante generaciones?

De haber responsables de dicha conducta, ¿quiénes serían según usted? ¿Acaso el sistema educativo y la educación que imparte —al margen de si es la que imparte el Estado o instituciones privadas—, son los responsables? ¿Y los maestros de uno u otro subsistema?

Hoy, a más de 80 años de esa construcción de manipulación política e ideológica que ha permanecido casi intocada, que Lázaro Cárdenas llevó a grados de excelsitud, ¿a qué se debe que quienes nos desempeñamos como opinantes profesionales no hayamos hecho algo para explicarlo y empezar a combatirlo? ¿Por qué preferimos —en los espacios mediáticos en los cuales participamos—, hablar mucho y decir poco?

¿Qué explica el uso abusivo de un lenguaje aparentemente técnico, pero que termina siendo rebuscado e ininteligible las más de las veces para quienes nos leen, ven y/o escuchan? ¿Acaso es una herramienta (hablar así), para dar la idea de que somos intelectuales de altos vuelos? ¿Será que pensamos más en audiencias selectas y pequeñísimas, en vez de abrirnos a esas decenas de millones de mexicanos que están dispuestos a darse de trompadas por defender un penal que el contrincante dice que no lo fue, pero rechazan todo programa de discusión entre expertos?

En consecuencia, ¿qué tanta responsabilidad tenemos los que participamos de manera profesional —en calidad de opinantes en los espacios mediáticos—, para que millones de mexicanos rechacen programas de discusión o espacios de opinión y prefieran la basura, tanto escrita como hablada? ¿Quién se atrevería a afirmar que él nada tiene que ver en eso, pues su lenguaje es simplemente profesional, y no se rebaja ante la masa ignorante?

Como escribí al principio, cada uno de nosotros tiene su propia lista de las causas por las cuales, millones rechazan discutir lo que va más allá de la basura y de los mitotes de la vida privada de éste o aquel actor o aquella actriz. ¿Usted tiene la suya, o es un tema que para nada le interesa?

Veamos ahora las cosas desde otra óptica; ¿por qué tenemos la clase política que padecemos desde hace decenios? ¿Qué explica su desprecio por los ciudadanos y sus problemas y necesidades? ¿Acaso así actúan desde siempre porque, nosotros, por encima de la experiencia acumulada de promesas incumplibles y enriquecimiento ofensivo de casi todos ellos, votamos otra vez por ellos y sus partidos?

¿Piensa usted que, de darse un cambio en el lenguaje de tanto intelectual de altos vuelos que se mueve en los espacios mediáticos, y se expresaren con claridad y sencillez, pero sin perder el rigor técnico del tema en comento, el ciudadano empezaría a interesarse por temas que van más allá de lo frívolo y de la basura que hoy copa casi todo espacio de opinión?

Sé que ese cambio es difícil porque, de entrada, para hacerlo debe dominarse el tema acerca del cual uno opina; por desgracia, no pocos de los que participamos en esos espacios hablamos de temas que desconocemos, o no dominamos. En consecuencia, en vez de reconocer mi ignorancia, la maquillo con un lenguaje rebuscado e ininteligible.

Ahora bien, eso que pienso deberíamos hacer los que vivimos de opinar, ¿los políticos también deberían proceder así, sean gobernantes, funcionarios o legisladores? De concretarse ese sueño, ¿imagina usted cuántos enmudeceríamos? La competencia por el lector, radioescucha y el televidente sería interesante y, sobre todo, útil para elevar la calidad de ciudadanía que hoy, está por los suelos. Información Excelsior.com.mx

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