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¿Por qué rechazamos lo que ha funcionado?

Por Ángel Verdugo

¿Por qué aplaudimos y aceptamos de buen grado —en aspectos relacionados con nuestra vida personal—, lo que en otros ha funcionado positivamente? ¿Por qué, a partir de tomar ejemplos positivos y aplicarlos adaptados a la realidad de cada uno de nosotros, recomendamos que otros hagan lo mismo? ¿Qué explica nuestra propensión —que sin pensarlo nos traiciona— al ver lo que otros hacen y da resultados, lo tomamos como ejemplo a seguir no a rechazarlo?

¿Acaso es el egoísmo la fuerza que nos impulsa a copiar lo que vemos que funciona porque, pensamos, que los frutos a obtener se traducirían en un beneficio personal directo e inmediato? ¿Acaso entonces, lo único que vale la pena copiar y tratar de replicarlo, es lo que se reduce a la esfera personal?

Las preguntas anteriores —y muchas de índole similar— tienen por objeto, no otra cosa que hacer ver la estúpida e irracional conducta que nos lleva a elogiar lo que, vemos, funciona en otras personas, pero, al mismo tiempo rechazar con un celo digno de mejor causa lo que funciona en otras sociedades o si lo prefiere, en otros países.

¿Qué explica esa conducta carente de todo sentido? ¿Qué nos impulsa —casi de manera animal— a rechazar, de entrada, la posibilidad siquiera de analizar con la debida objetividad lo que es más que evidente ha funcionado positivamente y entre nosotros, sin embargo, nos parece en no pocas veces, imposible de lograr?

¿Por qué nuestros ejemplos o modelos a copiar, son siempre países que se han arruinado de manera tal, que sus habitantes se ven hoy en la peor de las miserias como consecuencia de una visión equívoca del desarrollo? ¿Cómo es posible que no pocos en México insistan en aplicar aquí, lo que no ha funcionado ni funcionará?

¿Qué es lo que explica que políticos supuestamente experimentados, adoren las experiencias cubana y venezolana y a sus dictadores? ¿Qué explicaría que personas aparentemente sensatas pretendieren, en una exhibición de lo que raya en la locura, replicar en México políticas erróneas fundadas, casi siempre, en ideas y una visión del desarrollo que desde hace decenios yacen en el basurero de la historia?

¿En verdad piensa usted que los Castro, Chávez y Maduro, y Evo y Ortega junto con los Kirchner han tenido razón cuando, lo único que han hecho es saquear a sus países al punto de hacerlos perder su viabilidad como tales?

¿Acaso la explicación de aquella irracionalidad sería, que todos ellos habrían perdido la razón y su apoyo sería, no otra cosa que la viva expresión de su pérdida de cordura? ¿O será su oportunismo y la sinvergüenzada y falta de honradez lo que los lleva a tratar de quedar bien con los poderosos de aquellos países por los favores recibidos?

Veamos ahora las cosas desde otra perspectiva, quizás más peligrosa que la locura, el oportunismo y la sinvergüenzada. ¿En verdad es creíble pensar que políticos como Padierna y Citlali y similares, apoyan las dictaduras cubana y venezolana junto con lo que hace Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia, únicamente por razones ideológicas?

¿Acaso sería posible que la ideología que Dolores Padierna y Citlali Ibáñez y los que al igual que ellas defienden y promueven, juzguen (a estas alturas de los cambios registrados en el mundo desde hace 40 o 50 años) que lo hecho en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia llevaría a México a niveles de desarrollo y calidad de vida aceptables?

¿Sería válido y honrado intelectualmente hablando aceptar como válida su postura ideológica, frente a las tragedias cubana y venezolana y los remedos de Nicaragua y Bolivia? ¿Quién entonces, ante la evidencia de la brutal miseria generada en los dos primeros países, podría pensar que esa visión del desarrollo llevaría a México a la modernidad y generaría un futuro mejor para todos?

Sin duda, pienso, únicamente alguien con un profundo desarreglo mental podría ser capaz de pensar que en México hoy, para sentar las bases de un mejor futuro, deberíamos seguir y aplicar las políticas que los Castro aplicaron en Cuba, y Chávez y Maduro aplicaron y aplican en Venezuela.

Por todo ello pregunto, ¿qué explica, que en vez de rechazar lo que evidentemente ha llevado a la peor de las miserias a muchos países, sea aplaudido y vendido hoy aquí como el modelo a seguir, y lo que ha funcionado sea condenado y rechazado?

¿Por qué no pensar en ello? Hoy, hacerlo, es obligado y urgente.Información Excelsior.com.mx

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