Por Ángel Verdugo
Hace cuatro días, este 20 de enero, por diversas y no pocas encontradas razones, tanto en México como en el país que gobierna (es un decir, diría Salvador Camarena, nunca con tanta razón), fue celebrado el primero de los cuatro años que, al menos, Estados Unidos será gobernado por Donald Trump.
Si lleváremos a cabo el recuento de los espacios dedicados a él en los medios impresos mexicanos, así como el tiempo en la radio y la televisión, sin duda nos sorprenderíamos. ¿Por qué hay tanto Trump en nuestros espacios mediáticos, y tan poco México? ¿Qué explica esto? ¿Acaso lo que parece ser una anomalía, se explica porque los problemas en nuestro país escasean o son de poca importancia?
Si bien quienes defienden la relevancia concedida al hoy Presidente de Estados Unidos en nuestros espacios mediáticos dan argumentos dignos de ser tomados en cuenta, soy de los que no están totalmente convencidos por ellos. Tengo la impresión de que hay algo más; es una simple hipótesis, la cual, a la fecha, debo reconocer que carezco de elementos probatorios de la misma.
Sin embargo, por encima de esto último, hoy comparto con usted mis dudas o si me acepta la horrenda expresión, diría que tengo, al respecto, no una buena dosis de suspicacia, sino como diría el clásico, de sospechosismo. Tengo la impresión de que tanta atención al fenómeno que se resume en la gobernación que ha llevado a cabo
Donald Trump durante su primer año de gobierno obedece a otras causas.
¿Qué dicen sus amigos y cercanos cuando usted critica acremente a Donald Trump? ¿Qué opinión se forman de usted por esos dichos acerca de ese personaje? ¿Lo ven a usted como todo un políticamente correcto, defensor de los intereses del país y los mexicanos?
Sin embargo, ¿qué dirían si planteare, por ejemplo, reorientar el gasto educativo para privilegiar los niveles de preescolar al bachillerato, y reducir la aportación pública al nivel de educación superior, para que sus beneficiarios sufraguen buena parte del costo, no como hoy, que es exactamente a la inversa?
¿Qué dirían ahora los que lo alaban cuando se mofa usted de Donald Trump (en un descuido, incluso algún ingenuo lo admira), si planteare la urgente necesidad de actualizar ese obstáculo para la modernización que significan la Ley Federal del Trabajo y el artículo 123 de la Constitución, con miras a facilitar la contratación y el despido, normal en una economía abierta y moderna?
¿Acaso aquéllos dejarían atrás los elogios, para acusarlo de neoliberal al servicio de las fuerzas retardatarias que pululan en un buen número de países, enquistadas, además, en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial?
Ante esa actitud y juicios, que seguramente usted juzgaría injustos, ¿a quién atacaría usted en la siguiente reunión, si lo aceptaren de nuevo? ¿Volvería a lo conocido, atacar a Donald Trump y su odio en contra de México y los mexicanos?
Para ganar aplausos, eso es lo que hacen los políticamente correctos para verse valientes y defensores de la patria, sin serlo; asimismo, opinan siempre dentro de la corrección política, lo cual, lo sabemos, coloca al que así se conduce en el favor y aceptación de los que han hecho de aquélla toda una religión.
Por ello, mucho me habría gustado que, en el último año transcurrido, además de las críticas bien fundadas al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también hubiésemos hablado —con la misma claridad y firmeza, y objetivamente—, de problemas como los señalados. Información Excelsior.com.mx