Por Dr. David Heber, M.D., PhD, FACP, FASN – Presidente del Instituto de Nutrición Herbalife
El nuevo coronavirus de 2019, también conocido como COVID-19, ha tomado al mundo por sorpresa por su naturaleza altamente infecciosa y tasa de mortalidad. Relativamente desconocido, hasta el brote, el virus se ha expandido a casi todas las partes del mundo.
Lo más preocupante es que, si bien sabemos que COVID-19 forma parte de una gran familia de virus que incluyen el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV), hay muchos rasgos de este virus que aún no hemos descubierto, como la dinámica de transmisión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las primeras vacunas COVID-19 podrían tardar hasta 18 meses en ponerse a disposición del público.
Sólo un medicamento aprobado puede tratar, curar o prevenir la transmisión de COVID-19 y otras enfermedades. En ausencia de cualquier vacuna hasta la fecha, lo que debemos hacer como medidas prácticas de prevención, es mantener una higiene adecuada, usar cubrebocas cuando sea necesario o mantener distanciamiento social. También lo que nos puede ayudar en este momento es mantener nuestro cuerpo fuerte, para que nuestro sistema inmune funcione bien.
Nuestro sistema inmunológico es una de las formas más eficaces de defensa contra las infecciones virales. Hay dos categorías de funciones inmunitarias en el cuerpo de todos: la inmunidad innata que impide que las enfermedades entren en el cuerpo y la inmunidad adaptativa que elimina o previene el crecimiento de patógenos, como virus y bacterias, en nuestro cuerpo.
Sin embargo, aumentar la inmunidad del cuerpo no es tan sencillo como parece. Sigue existiendo mucho sobre el sistema inmunológico que los investigadores todavía están trabajando para entender, pero lo que sí sabemos es la conexión tangible entre el sistema inmunológico y la nutrición.
Cómo la nutrición afecta el sistema inmunitario del cuerpo
Para entender cómo la nutrición y la dieta afectan el sistema inmunitario de un individuo, necesitamos profundizar en el papel de la epigenética: el estudio de los mecanismos biológicos que encienden y desactivan nuestros genes.
Si bien la idea de la epigenética puede parecer compleja, considere el ejemplo de las abejas. A pesar de tener la misma secuencia de ADN, las abejas producen tres organismos diferentes (trabajadores, zánganos y reinas) y esto depende de la dieta que se alimentan de las larvas. Esto demuestra que mientras que todas las abejas trabajadoras nacen con la capacidad genética de convertirse en reinas, la dieta de los trabajadores finalmente afecta la forma en que sus genes se expresan y manifiestan físicamente.
En la misma línea, mientras que todos los seres humanos son un 99,9% genéticamente idénticos, la epigenética nos hace únicos por las diferentes combinaciones de genes que se encienden y apagan, lo que explica por qué algunos de nosotros tenemos el pelo rojo y otros negros, o por qué algunos tenemos piel más oscura o clara.
Lo que comemos, dónde vivimos, cuánto dormimos, cómo hacemos ejercicio, e incluso con quién vivimos, causa reacciones químicas que pueden alterar nuestro estado de salud. A la mezcla se suma nuestro microbioma, que son los microorganismos de los que dependemos para protegernos de los gérmenes, descomponer los alimentos para obtener energía, producir vitaminas vitales y reforzar nuestro sistema inmunológico.
La mayor parte del sistema inmunitario – aproximadamente el 70% de él – se encuentra cerca de los intestinos, lo que controla la ingesta de alimentos y cómo el cuerpo lo utiliza. Esto hace que sea fundamental para el sr humana consumir una dieta equilibrada con las vitaminas, minerales y nutrientes adecuados, mientras mantenemos un estilo de vida saludable. Esto requiere algo más que solo cambiar la ingesta de uno o dos nutrientes, si no implica equilibrar toda la dieta para garantizar que haya una ingesta óptima de nutrición a nivel celular.
Cuatro grupos esenciales de nutrientes para ayudar a las personas a fortalecer su sistema inmunitario
1. Proteína
También conocida como los bloques básicos del cuerpo, la proteína le permite al cuerpo fabricar anticuerpos que necesita para defenderse contra virus y bacterias invasoras. Para garantizar que tenemos niveles suficientes de proteínas en nuestra dieta, podemos comer alimentos con proteínas más saludables como pescado, pollo, carnes magras, alimentos de soya y productos lácteos bajos en grasa.
2. Vitaminas y fitonutrientes
Las vitaminas A y C, así como los fitonutrientes son jugadores clave en la salud del sistema inmunológico. Como uno de los mayores estimulantes del sistema inmunitario, la vitamina C ayuda a nuestro cuerpo a producir anticuerpos que combaten enfermedades. Es esencial mantener una ingesta diaria de vitamina C ya que el cuerpo no la produce ni la almacena. La vitamina A apoya la salud de nuestra piel, los tejidos de nuestro tracto digestivo y el sistema respiratorio.
Los fitonutrientes, que se encuentran en las frutas y verduras, reducen el estrés oxidativo de nuestro cuerpo, lo que puede debilitar su capacidad para combatir enfermedades. Se ha demostrado que varios fitonutrientes reducen el riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares, combaten la inflamación, reduce la presión arterial, y mejoran la salud general de nuestro sistema inmunitario.
3. Probióticos y prebióticos
El sistema digestivo desempeña un papel central en el apoyo de la función inmune. El tracto intestinal es vía principal de contacto con el ambiente externo y es una vía que contiene microbiomas que ayudan a la digestión, así como a la absorción de nutrientes. Tener las bacterias intestinales correctas se ha asociado con beneficios como pérdida de peso, una mejor digestión, una piel más saludable, y lo más importante una función inmune mejorada, aunque la investigación en estas áreas no es concluyente ni universalmente aplicable.
Los estudios han demostrado que los probióticos, que son ‘bacterias buenas’, son útiles para mantener el sistema digestivo, y los prebióticos, tipos de fibra que el cuerpo humano no puede digerir, sirven como alimento para estos probióticos.
4. Ácidos grasos Omega-3
Los ácidos grasos omega-3, como DHA y EPA, son tipos de grasa saludables y esenciales que se pueden encontrar en alimentos, como la semilla de chía y suplementos como el aceite de pescado. Los ácidos grasos Omega-3 pueden mejorar las funciones de las células inmunes, que desempeña un papel importante en el sistema innato como en el adaptativo que responde a las infecciones.
La nutrición no sustituye a un medicamento eficaz, y no evitará que contraiga COVID-19 u otras enfermedades. Sin embargo, mantener un sistema inmunitario fuerte, es algo que todas las personas sanas pueden hacer.