Por Ángel Verdugo
La fallida operación política que buscaba reunir la mayoría calificada para aprobar la convocatoria en la Comisión Permanente a un periodo extraordinario donde, de haberse llevado a cabo se habría aprobado la aberración jurídica enviada a la Cámara de Diputados por el presidente López exhibió, otra vez, su ambición autoritaria y la abyección del coordinador de la fracción de Morena en la Cámara de Diputados.
En torno al contenido de dicha iniciativa se han manifestado ya, casi todos los observadores de la actividad política y buena parte de los analistas políticos y opinantes que pululan en los espacios mediáticos. Lo curioso a destacar de esa búsqueda infructuosa para concretar la mayoría calificada en la Comisión Permanente es que el único defensor de aquélla fue Mario Delgado.
Esto último nos habla, más que del despropósito legislativo del Presidente y las intenciones autoritarias que subyacen a la reforma de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria las cuales, de inmediato fueron exhibidas por el peligro que representan para la división de poderes y el papel del Legislativo en lo que se refiere a su papel en la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación y la vigilancia de su respeto, de la pérdida de rumbo de la gobernación actual.
Ahora bien, ¿por qué lo amplio del rechazo a tal iniciativa? ¿Acaso se debe, como aseguró uno de los periodistas que alaban al Presidente, al odio que los opinantes profesan a éste? ¿En verdad es el odio o como ha sido evidenciado, a que millones se han dado cuenta de que él y sus ideas son los responsables de la profunda crisis económica que enfrentamos, y de la rijosidad no vista en decenios? ¿No será esto lo que bien explica el rechazo casi unánime a su iniciativa?
Por otra parte, ¿qué subyace a su iniciativa? La obsesión autoritaria imposible de ocultar a estas alturas; la peligrosa escasez de recursos para seguir financiando las ocurrencias o locuras de Santa Lucía, Dos Bocas y el Tren Maya, y la imposibilidad de contar con 400 mil millones de pesos para sufragar el largo rosario de programas clientelares con los cuales el Presidente busca obtener los votos de los beneficiados en julio del año 2021 para los candidatos de su partido.
Ante esto —imposible ya ocultar la escasez peligrosa de recursos—, el Presidente piensa que con el manejo discrecional y abusivo del Presupuesto resolvería esa escasez; esta idea equivocada, sin duda resultado de su ignorancia del funcionamiento de la economía, lo lleva a pensar que desviar recursos para “sus proyectos” es la vía correcta y factible para seguir alimentando la peor de las ilusiones: que es posible mantener, permanentemente, las dádivas a decenas de millones y a proyectos inviables, por encima de la caída brutal de la economía.
Los pronósticos del crecimiento del PIB para el año en curso van, desde el optimismo —seguramente infundado— del -6.6% a lo que considero un rango más objetivo el cual, va del -10.0 al -12.0%. Frente a tales porcentajes, ¿cómo es posible pensar que habrá recursos este año y el siguiente para los tres proyectos “mágicos”, y decenas de millones de mexicanos que se les ha hecho creer —cual si fuere dogma religioso—, que es posible vivir sin trabajar, de la dádiva del gobierno?
La experiencia acumulada en decenas de países al margen de su régimen de gobierno, demuestra que sin crecimiento económico a tasas elevadas durante periodos prolongados, no es ni será posible mantener de manera sana el financiamiento de proyectos inviables técnica y financieramente y, menos aún, mantener a decenas de millones sin trabajar y obtener un ingreso por ello.
El apoyo y la fiesta popular dura, en tanto haya ingresos extraordinarios que sufraguen esa locura demagógica; ¿casos recientes y cercanos? Brasil y Venezuela. ¿Por qué no aprendemos de esas experiencias? ¿Acaso piensan que le ganaremos a la cruda realidad económica? Es más, ¿qué hay en la mentalidad de los gobernantes que se aferran a una ilusión? ¿Cuánto piensan que duraría esa pompa de jabón sin crecimiento?
Lo he dicho, no me cansaré de repetirlo: sin crecimiento sostenido, no hay país ni economía que pueda generar recursos para dádivas de esa magnitud y para proyectos inviables. Esto, aun cuando usted se negare a aceptarlo, sería una verdad axiomática.
Lo grave del asunto es que los recursos ya los desvió. Información Excelsior.com.mx