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A muchos les sorprendió que hace unos días la encuesta de Reforma mostró que el presidente aumentó 11% su popularidad y alcanzó el 73% de aprobación. Para el oficialismo este dato comprobó que el país va muy bien y que nada de lo que hagan los opositores hará que el pueblo “consciente y bueno” cambie su parecer. En tanto, para los opositores, principalmente los que apoyan a Xóchitl Gálvez, fue la muestra que el periódico está entregado al Gobierno Federal y está allanando el camino para la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum.
En mi opinión, llevamos mucho tiempo leyendo mal la aprobación presidencial y le damos una importancia que no le corresponde. Supongamos que la encuesta de Reforma nos dice la verdad (omitamos la fecha en que se levantó, el margen de error y la tasa de rechazo), lo primero que resalta de la información que nos comparte es que la aprobación del presidente no se traslada a la intención de voto hacia Claudia Sheinbaum.
La encuesta señala que la candidata de Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde Ecologista de México, tiene un 58% de intención de voto, es decir, 15% menos que la aprobación del presidente y cuatro puntos porcentuales por debajo de lo que aumentó su popularidad. Eso indica que el apoyo a Andrés Manuel López Obrador no se transfiere a Claudia Sheinbaum y no necesariamente están vinculados.
Por otra parte, de las personas encuestadas, el 51% piensa que Sheinbaum debe impulsar su propia agenda y no las que ha impulsado el presidente. Nuevamente, vemos que el apoyo a López Obrador no se traduce en apoyo en sus políticas, por el contrario, la mayoría piensa que hay que seguir otro rumbo.
Según los opositores, los resultados de la encuesta resultan inverosímiles, pues el aumento en la aprobación de López Obrador coincide con la crisis producto de los reportajes sobre el posible vínculo de personas cercanas al presidente con el narcotráfico y con los graves problemas de violencia, ingobernabilidad y económica en el estado de Guerrero. No obstante, en mi opinión, es perfectamente posible que tenga esta aprobación, pues el presidente lleva mucho tiempo manteniendo legitimidad, pese a todos los problemas del país; cuestión que no sucede con Morena y los gobernantes de ese partido.
En la Ciudad de México, por ejemplo, Morena ya perdió electoralmente en 2021, y la aprobación de Claudia Sheinbaum, desde entonces, no subió del 50%; hoy día, Martí Batres, según Mitofsky, tiene un 48% de aprobación. Por otra parte, en Sinaloa, Guerrero y Campeche, la población se ha manifestado en contra de los gobiernos de Morena e incluso ha solicitado, como en el caso de Layda Sansores, que renuncie a la gubernatura por malos resultados.
La encuesta de Reforma, como muchas otras, muestra que la aprobación del presidente, sea cual sea el dato real, no la tiene ni la va a tener ninguno de los otros políticos de Morena, ni Claudia Sheinbaum. Nadie, salvo el presidente, puede esconder la realidad detrás del micrófono de la mañanera (aunque se inventen otros formatos, como el Martes del Jaguar). Y ahí está el problema, aunque Morena gane la presidencia de la República, el país entero puede estar, en poco tiempo, como en Guerrero y Campeche.
Información Radio Fórmula