Por Ángel Verdugo
¿Cuánto tiempo hace que grupos numerosos de mexicanos, ante los desmanes y delitos en contra de la propiedad pública y privada cometidos a plena luz del día, exigían una y otra vez a la autoridad de cualquiera de los tres órdenes de gobierno, que aplicaran la ley?
¿Ya olvidamos el coraje de millones de mexicanos, provocado por la impunidad ofensiva con la que cometían destrozos de todo tipo los muy conocidos y padecidos grupos de delincuentes como la CNTE y la CETEG, y esos grupúsculos del lumpen que son los darketos, punketos y otros de índole semejante?
¿Acaso ya no recordamos la exigencia —jamás atendida— para que el Estado actuara, ejerciendo el monopolio de la violencia legítima que le otorga la ley para restablecer el orden y llevar a los responsables de delitos diversos, delincuentes que a todas horas casi mataban a policías cuyas órdenes de un gobierno fuerte (Mancera decía), mostraban con una conducta casi cristiana, la otra mejilla?
¿Dónde están hoy, los que con un celo digno de mejor causa exigían ayer, que se hiciera respetar a plenitud el Estado de derecho? ¿Por qué han enmudecido hoy, en vez de aplaudir a un gobierno que hace lo que la ley le mandata, ante una masa amorfa de ignorantes manipulada por populistas de nuevo cuño, intolerantes frente al que osa disentir de sus posturas acedas y caducas que pretenden vender un nacionalismo ramplón del antepasado como si fuere el mejor de los futuros, que han hecho de burlarse del sistema judicial y sus resoluciones, su actividad cotidiana?
¿A qué se debe, en síntesis, que condenamos a un gobierno, que lo único que ha hecho es cumplir a cabalidad lo que mandata la constitución de su país? La razón de esa conducta, ¿la ignora usted? ¿En serio, la desconoce?
Es el oportunismo y la perversa corrección política que todo lo corrompe; es esa conducta que prostituye la conciencia ciudadana, que conduce a nada comprometerse, a quedar bien con todos y jamás adoptar posiciones que nos podrían identificar como reaccionarios, como personas de derecha y anticuados.
Lo que pasa en España, no hoy sino desde hace un buen tiempo, es el fortalecimiento de grupos de políticos oportunistas, no pocos de ellos corrompidos hasta el tuétano, que han hecho uso del recurso barato del nacionalismo.
Esos vivales, aprovecharon los años de la crisis que golpeó a España —de la cual, aún hoy no sale de ella totalmente—, con una intensidad que se vio agravada por la incapacidad y el oportunismo de ese gobernante nefasto y mediocre que fue Rodríguez del PSOE, que negó y negó —hasta que le estalló en la cara—, una situación económica que a todas luces sufría ya los efectos de una recesión mundial.
La complejidad y gravedad alcanzada fue entonces la luz verde que aprovecharon aquellos oportunistas y demagogos para generar la situación que hoy enfrenta España en relación con esa baratija de la independencia de Cataluña.
Aquí, entre los amnésicos que exigían el respeto a plenitud del Estado de derecho, hoy se rasgan las vestiduras por la represión de los pobres catalanes que, dicen, sólo querían votar. Lo que callan, por oportunistas, es que esos sedicentes demócratas que quieren separarse de España habían violado todas las leyes, empezando por la Constitución española, junto con todas las resoluciones del Poder Judicial en relación con su ilegal referendo.
No les hagamos pues el juego a los oportunistas que hoy, cobardes, condenan lo que ayer exigían, dada la impunidad de los delincuentes. Información Excelsior.com.mx