Por: Ángel Verdugo
Así terminé el miércoles: Ahora bien, ¿es posible, en las condiciones que ha generado la globalidad estos últimos 70 años, consolidar la visión aislacionista? ¿Tendrían éxito los candidatos que basaren hoy su oferta política, en aislar a su país del resto del mundo? Si bien no hay una respuesta definitiva, podemos decir que dicha estrategia ha obtenido dos triunfos: Brexit y la Presidencia de Donald Trump. Continuemos pues.
En el mundo creado por la globalidad, más allá de los cambios estructurales, se ha registrado un profundo cambio cultural en las sociedades de los países que se han abierto; está relacionado con la visión general de los agentes económicos privados y consumidores, ante la nueva oferta de bienes y servicios.
Las diferencias entre lo importado y lo producido localmente, prácticamente, han desaparecido. La frase demagógica Lo hecho en México está bien hecho y la expresión Calidad Exportación son hoy reliquias arrumbadas en el pasado las cuales, por fortuna, pocos recuerdan.
El consumidor hoy se enfrenta a una oferta variada, tanto en calidad como en precio y origen. Su decisión, más que orientada por el origen, está basada en sus intereses, gustos y preferencias y su capacidad de consumo. No requiere ya que el burócrata sabio decida por él.
En consecuencia, cerrar la economía de un país en aras de mantener supercherías económicas desechadas hace siglos, como ésa de pretender equiparar el superávit de la Balanza Comercial con la fortaleza de una economía, yacen en el basurero de la historia junto con los mercantilistas que las defendían.
La Balanza de Pagos de un país concentra de manera clara lo que son los intercambios de bienes y servicios, así como de los capitales en cada país. Si bien no es obligación del gobernante ser un experto en el tema, al menos debe tener las nociones elementales de las partes que la componen, y el papel de cada uno de sus elementos.
Ahora, si juntáremos todos los elementos que son parte de la realidad cotidiana, consecuencia natural de la apertura y la globalidad, suena imposible que consumidores y agentes económicos privados acepten de buena gana, la visión atrasada y hacia adentro de quienes todo desconocen del intercambio de mercancías y servicios, así como de los flujos de capitales entre las economías.
Si por desgracia se diere el caso en un país, que el político, por quedar bien con sectores sociales inclinados a privilegiar el aislacionismo y el rechazo de lo ajeno, con miras a obtener su voto en la siguiente elección les diere por su lado y aceptare cerrar —total o parcialmente— la economía, el precio que mañana deberían pagar por esa tontería, no podrían cuantificarlo por los efectos que tendría, dicha decisión, en todos los ámbitos de la vida de ese país.
De ahí pues, que pensar en la posibilidad de que el aislamiento y el cierre de una economía pueda hoy ser viable es una locura, por decir lo menos. Es más, los primeros que se opondrían serían los propios agentes económicos privados, y la inmensa y aplastante mayoría de los consumidores. Hoy, si queremos ver lo que acarrea el aislamiento económico y el rechazo del ajeno, dirijamos la vista a Reino Unido.
Por lo anterior, pienso que el proceso de renegociación podría terminar antes del fin de este año. De acertar, ¿qué efectos tendría esto en lo político? ¿No lo ve? ¿Cómo? Lo planteo entonces así: Mi candidato estaría, otra vez, en la pelea por lo que ya sabe.
¿Ahora sí?
Información Excelsior.com.mx