Por Yuriria Sierra
Ironizó. Donald Trump parece estar disfrutando lo que ocurre con los demócratas. La que parecía una carrera entre perfiles algo diversos: el candidato del establishment, el socialdemócrata, el primer aspirante abiertamente homosexual, el millonario que paga de propia bolsa su campaña y una política veterana, se ha diluido, incluso por encima de quien se perfilaba favorito de entre una generación de nuevos votantes, quienes tendrían que estar, más que nunca, involucrados en el futuro.
Sin embargo, no ha sido así. Al momento, la contienda está sólo entre Joe Biden y Bernie Sanders. 627 delegados tiene el primero, 551 el segundo. Necesitan más de mil 900 para lograr la nominación que será anunciada el próximo verano en la convención nacional.
Algo sucedió en esa ecuación, en la que los factores se desvanecieron a pesar del entusiasmo con el que inició a resolverse. Pete Buttigieg salió de la carrera hace unos días, previo al supermartes, ni su edad ni lo provocador que resultaba su identidad sexual frente a un Presidente abiertamente conservador, como Trump, inspiró a los militantes. Llegaba sólo con una victoria en la bolsa, insuficiente para alcanzar un papel relevante el día en que jugaban los delegados de 14 estados. Y se fue.
Después de aquel, fue Michael Bloomberg quien hizo lo propio. Elizabeth Warren le siguió un día después. Hillary Clinton apeló a la unidad partidista. Hace una semana, aseguraba que daría su apoyo al partido, sin importar quién fuera el candidato. “Ya fueron cuatro terribles años, no podemos tener otros cuatro igual de terribles…”, aseguró.
El tema hoy es si estos cuatro terribles años a los que se refiere la exsecretaria de Estado alcanzan para llevar a la gente a las urnas: “(Bernie) estaba confiado en que serían los jóvenes los que protagonizarían la movilización. Se equivocó. En ningún estado los menores de 30 años superaron el 20% de participación, según las encuestas a pie de urna publicadas por The New York Times…”, reportó ayer El País. Y esa ausencia lo mandó al segundo lugar, con todo y que durante el martes, personajes, figuras y famosos endosaron en redes su apoyo al autonombrado socialista (un error, según Paul Krugman). Y si un político veterano que le habla fuerte al establishment de su propio partido, el que promete acabar con los vicios de todo un sistema, no entusiasma al electorado, que no sólo demócrata, ¿bastará un perfil cómodo para las esferas del poder lejanas a la hoy Casa Blanca para sacar a Trump de ella? Tomemos en cuenta que ni un intento de destitución lo consiguió, ¿cómo lo lograría alguien como Joe Biden? ¿Cómo alguien como Sanders, quien ha visto mayor distancia de la que pensaba entre los votos reales y la intención? No son gratuitas las ironías de Trump.
ADDENDUM
Desde este espacio (y como desde hace tanto): todo mi reconocimiento, apoyo y cariño a Isabel González. Tú, querida Isabel, todos los días ejerces el periodismo desde la más poderosa de las trincheras, la que requiere absoluta valentía. Información Excelsior.com.mx