Por Pascal Beltrán del Río
Porque juntos acaparan nueve de cada diez votos depositados en las urnas, los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional, Movimiento Regeneración Nacional y de la Revolución Democrática suelen llevarse también la enorme mayoría de la cobertura periodística.
Sin embargo, en el atomizado escenario electoral mexicano, debiéramos poner mayor atención en lo que hacen los partidos y candidatos independientes que suelen quedar por debajo del cuarto lugar, pues los votos que atraen –por los medios y motivos que sean– muchas veces terminan por marcar la diferencia en los procesos electorales.
En las recientes elecciones de gobernador del Estado de México, por ejemplo, los cuatro partidos principales reunieron, en números redondos, 5.2 millones de los 5.8 millones de votos que se emitieron.
Dicho eso, el candidato ganador de esos comicios, el priista Alfredo del Mazo, no habría obtenido el triunfo de no haber sido por la alianza que su partido estableció con el PVEM, PES y Nueva Alianza.
Esa alianza dio a Del Mazo 225 mil votos de los cerca de dos millones que obtuvo, es decir, más de la décima parte de su total y suficientes para superar a la morenista Delfina Gómez Álvarez.
A nivel nacional, la última vez que hubo comicios federales, en 2015, las quintas fuerzas obtuvieron juntas 31.4% de los 36.6 millones de sufragios depositados.
El Partido Verde, pese a todos los escándalos que protagonizó ese año, se llevó 2.5 millones de votos (7.0%); Movimiento Ciudadano, 2.2 millones (5.99%); Nueva Alianza, 1.3 millones (3.74%); Encuentro Social, 1.3 millones (3.30%), y el Partido del Trabajo, un millón de votos (2.87%).
Hay supuestos analistas que, por confundir sus simpatías con la realidad, piensan que ese caudal de votos no debe tomarse con seriedad.
No obstante, a la hora de los cómputos, los votos del Partido Verde valen lo mismo que los de Morena o cualquier otra organización.
Por eso, a raíz de las más recientes elecciones locales, las quintas fuerzas han visto subir sus bonos en el mercado de la política electoral.
Y, por eso, ahora vemos cómo los partidos más grandes empiezan a cortejar a los pequeños.
A la hora de la hora, los votos que obtengan éstos –insisto, de la manera que sea– pueden significar la diferencia entre ganar y perder en las elecciones de 2018.
Además, si vamos a hablar de pureza, ¿qué diferencia hay entre el PVEM y el PT? Ambos han prestado su registro a todo tipo de alianzas a lo largo de su historia.
Al final del día, el partido o coalición que gana es el o la que obtiene la mayor cantidad de votos.
Ni siquiera Andrés Manuel López Obrador, quien suele insistir mucho en la calidad moral de la política, no tuvo miramientos para anunciar que su partido se aliará con el PT en 2018, pese a que ese partido, como digo arriba, no ha tenido problema en aliarse en los últimos años con el PRI, el PAN y el PRD, integrantes, según AMLO, de la “mafia del poder”.
No debe extrañarnos, entonces, que el Partido Verde contemple cambiar de aliado el año entrante, como puede deducirse de las declaraciones de su vocero nacional, el senador Carlos Puente.
En elecciones presidenciales, el Verde ya se alió con el PRD en 1994; con el PAN, en 2000, y con el PRI en 2006 y 2012.
¿Realmente habrá quién se sorprenda de que el Verde ahora pueda ir con el hipotético Frente Amplio Democrático en 2018? Yo no.
En la política no hay pureza y no hay puros. Gana quien más votos logra en las urnas, no el que da la impresión de ser moralmente superior. Y todos los partidos juegan ese juego, aunque lo nieguen.
BUSCAPIÉS
Movimiento Ciudadano informó ayer que no es su idea sumarse a alguna alianza de partidos –pues éstas “han probado su ineficacia a la hora de ser gobierno”– y piensa mantenerse fiel a su estrategia de participación electoral por cuenta propia. Dijo que ve con buenos ojos la iniciativa Por México Hoy, impulsada por Cuauhtémoc Cárdenas, y que su decisión definitiva sobre la elección de 2018 se dará a conocer durante su Consejo, a realizarse el 3 y 4 de agosto próximos. Información Excelsior.com.mx