Por Ángel Verdugo
En las últimas semanas se ha dado una discusión la cual, pienso, es irrelevante para millones de mexicanos. Al margen del supuesto nivel técnico que marcaba las opiniones de unos y otros, la verdad es que intentaban discutir acerca de algo que en materia económica es un concepto inexistente: recesión técnica.
Mucho bien les haría a los que utilizan ese falso concepto, revisar la información disponible para conocer la definición correcta y así, además de dejar de usar expresiones carentes del menor rigor técnico las cuales, a fuerza de repetidas cobran visos de legitimidad, permitiríamos que los conceptos correctos tomaren el lugar que les corresponde.
Aquellas opiniones, además de no tener sentido alguno, confunden lo que de por sí es difícil de entender, incluso para quienes han estudiado con la debida seriedad la ciencia económica. (Para quienes duden de lo afirmado en los párrafos anteriores, les pido lean por favor la definición correcta de recesión en la página del National Bureau of Economic Research: www.nber.org).
Ahora bien, ¿sería aventurado afirmar, que para las decenas de millones de mexicanos afectados por la caída más que evidente del porcentaje de crecimiento de la economía mexicana estos dos primeros trimestres del año en curso, su preocupación iría más allá de aquella discusión equívoca acerca de si lo que padecen hoy, es recesión o desaceleración? ¿Acaso están agradecidos con el sedicente secretario de Hacienda por afirmar que no estamos en recesión, sino que enfrentamos una desaceleración?
Lo que esa alegata revela, más que la confusión o ignorancia supina de ciertos conceptos económicos, es el abismo que separa la realidad que enfrentan decenas de millones de mexicanos del conocimiento y comprensión que tienen de las causas que la generan; además, los temas aparentemente serios y profundos que discuten algunos de los integrantes de ese grupo que llaman la intelligentsia mexicana, todo así lo deja ver, sólo a estos interesan.
Más que el uso de una definición equivocada del concepto (salvo los casos de una o dos honrosas excepciones que insistieron en la definición correcta), lo que más daña es que por ninguna parte aparece quien se hubiese tomado la molestia de precisar de manera clara, no únicamente la definición correcta de recesión sino la de los otros conceptos usados: desaceleración y estancamiento.
¿Acaso piensan quienes se mueven en las alturas intelectuales, que los mexicanos comprenden dichos conceptos y el lenguaje pomposo y rebuscado que usan?
En los tiempos que corren, más que en otros sexenios de gobernación sin claridad en el rumbo a seguir por el país y su economía, y en las épocas de confusión por tener un gobernante que ignora lo más elemental de la gobernación que la realidad exige, la confusión y el desorden que hoy padecemos en todas las áreas de la vida del país amenazan la estabilidad económica y política.
Intentar negar lo evidente contribuye, sin proponérselo, a elevar la confusión reinante, y a profundizar la división entre los diferentes sectores y grupos sociales. Al tiempo que se da este proceso de degradación de la vida nacional, el crimen —organizado o no— campea sin quien le haga frente y lo peor, sin que el Estado y quien lo encarna muestren la menor disposición a ejercer sus facultades, menos a utilizar los recursos que la ley les otorga para darle a la población el bien público por excelencia: la seguridad en su integridad y patrimonio.
Ahí, en ese contexto que con ligeros matices, pienso, compartimos, ¿es posible encontrar razonable y positivo enfrascarse en discusiones o alegatas sin sentido acerca de si estamos en recesión, o en un proceso de desaceleración? ¿En qué mundo viven o qué realidad enfrentan los que hoy han convertido dicha alegata —que no discusión—, en un casus belli?
En modo alguno estoy a favor de negar la utilidad de elevar el nivel de conocimiento de la realidad por parte de más y más mexicanos; por ello, hay que hacer cada uno un esfuerzo para que eso se haga realidad, pero el cómo es fundamental. De ahí que discutir si estamos o no en recesión con base en una definición errónea me parece que, lejos de contribuir a aclarar, confunde lo de por sí confuso.
¿Sería mucho pedir a algunos, cuya ignorancia es casi total en no pocos temas, callar en estos? Aunque pareciere un contrasentido, hacerlo contribuiría a la claridad. Información Excelsior.com.mx