Por José Elías Romero Apis
La historia y la vida son cíclicas. Las tragedias se encargan de recordarlo. Por eso, en ocasiones, recordamos el futuro y profetizamos el pasado. Lo primero es privilegio de nuestra experiencia, lo segundo es prerrogativa de nuestra imaginación. Hoy es Viernes Santo y la actualidad nos demuestra que prosigue sucediendo.
Todos los días, en algún lugar del mundo, algún procurador de justicia se comporta como el procurador Poncio Pilatos. Todos los días, en algún lugar del mundo, alguien presenta o lanza acusaciones como lo hizo el sumo sacerdote Caifás. Y todos los días, en algún lugar del mundo, alguien es enjuiciado y sentenciado a la pura voluntad del capricho, como sucedió con Jesús de Nazareth.
Es cierto que Pilatos, Herodes y Caifás nunca violaron los principios de una garantía constitucional porque estas no existían y aquellos nunca supieron lo que era eso. Esto es un invento muy nuevo, con 250 años de edad.
Pero nosotros nacimos y vivimos en un mundo que ya conoce los principios jurídicos del proceso, elevados al rango de garantía constitucional y que, sin embargo, todos los días son tan desobedecidos y tan vulnerados con mayor culpa que la que cargaban los ignorantes de la antigüedad.
Ése es el verdadero drama de la Pasión de Cristo. No es una historia de hace dos mil años, sino que se renueva en la vivencia cotidiana de nuestros días.
Por las razones que condenaron a Jesús en los inicios de nuestra era, los sistemas del siglo XXI también lo condenarían. El desafío de Jesús fue múltiple, global y total, planteado a su mundo y a su universo.
Jesús de Nazareth es joven en un mundo dominado por los viejos. Es pobre y se sobrepone a los ricos. Es liberalista en medio de la tiranía. Es líder en un mundo que no conoce más guía que la de la autoridad. Es puro en un mundo sucio. Es valiente en medio de cobardes. Es creyente en medio de falsarios. Es desinteresado en un mundo de intereses complicados. Es franco en medio de hipócritas. Es leal en medio de traidores. Es inteligente en un mundo no sólo brutal, sino, además, embrutecido. En fin, es aventajado y avanzado en medio del estanco de mayor retraso que ha conocido, el género humano.
Por eso nos preguntamos ¿qué tanto hemos cambiado en dos mil años? ¿Algo ha cambiado? ¿Algo cambiará en los próximos tres mil? La historia de Jesús ¿es del pasado, del presente, del provenir o de siempre? ¿No será que, parafraseando a Jesús Reyes Heroles, hemos logrado cambiar todo para conseguir que todo siga igual?
Esa centena de abusos e injusticias cometidos en contra de un solo hombre en apenas la mitad de un solo día es una parte infinitesimal de las miles o millones de injusticias que a diario se cometen en contra de miles o millones de seres humanos.
Porque todos los días son incontables los hombres que, en todas partes del planeta, son acusados sin motivo, son enjuiciados sin reglas y son sentenciados sin pruebas. Todos los días reaparecen los Caifás que persiguen a los que no la deben. Todos los días resurgen los Judas Iscariote que venden todo por monedas. Todos los días renacen los Poncio Pilatos que se acobardan ante el deber. Y todos los días reviven las crucifixiones de quienes no han hecho nada para merecerlas.
El drama de La Pasión es el verdadero drama de nuestros días. De todos los tiempos intermedios y quién sabe si de todos los tiempos por venir.
Hace casi dos mil años un procurador romano, representante del dueño del mundo entonces llamado Claudio César Tiberio y apodado El Divino, le preguntó al más humilde y solitario hombre del más pobre y dominado pueblo sobre la faz de la Tierra cuál era la verdad y dónde se encontraba. El interpelado le dio la respuesta más certera, pero más oscura: “Dilo tú”.
En efecto, frente al asunto de la justicia, así como frente a muchos otros asuntos, tenemos que buscar y seguir a la verdad. Una verdad que muchas veces no nos pregunta nuestras preferencias y hasta nos prohíbe pensar en ellas.
Y creo que, solamente siguiendo esa verdad, se puede encontrar lo que nos había abandonado o lo que ya habíamos perdido. Información Excelsior.com.mx