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Reversa populista

Por Pascal Beltrán del Rio

El truco de las ideas populistas es crear la impresión de que los problemas —económicos, sociales, políticos— se pueden resolver mágicamente, es decir, en el corto plazo y sin gran esfuerzo.

En estos tiempos de mal humor colectivo e insatisfacción extendida, quienes proponen ese tipo de “soluciones” llegan a volverse populares.

El método para lograrlo es fácil: identificar la causa del malestar y nombrar un culpable. Y, luego, decir que el problema desaparecerá si es hecha a un lado la presunta causa del problema.

Cuando mucha gente se convence de que todo es así de sencillo, compra el producto chatarra que los charlatanes le están ofreciendo. En esos momentos, mostrar con razones el error que están cometiendo se hace fútil. Pero con el tiempo se vuelve evidente que las recetas populistas no funcionan.

Un ejemplo de ello es lo que está sucediendo en Reino Unido.

En 2016, durante la campaña previa al referéndum para decidir sobre la permanencia del país en la Unión Europea, los populistas aseguraron que los problemas de los británicos derivaban, todos, de la pertenencia a esa comunidad de naciones.

La Unión Europea era la culpable y los problemas se resolverían con el Brexit.

Ha pasado año y medio desde aquel voto, que terminó de manera muy cerrada, 52 a 48 por ciento.

Y, por muchos motivos, se ha hecho evidente que el Brexit traerá mayores complicaciones que beneficios. Seguro, los ciudadanos de la UE ya no podrán vivir y trabajar libremente en Reino Unido, lo que, en teoría, abrirá fuentes de trabajo para los británicos, pero la esperada caída en los ingresos de las empresas locales esfumará esa hipotética ventaja.

Cuando faltan sólo 14 meses para que se cumpla el plazo de la separación —y en medio de las negociaciones con Bruselas para ese efecto—, las alarmas han comenzado a sonar.

Sorpresivamente, uno de los que ha pedido meter el freno es el hombre que encabezó la campaña del Brexit: el ultranacionalista Nigel Farage.

Antes del referéndum, Farage amenazó con no reconocer la legalidad del resultado si la opción de permanencia ganaba por menos de 55%. Como digo arriba, la separación ganó con 52 por ciento.

Ayer, Farage fue entrevistado por el canal 5 de la televisión británica. Dijo que estaba cansado del “lloriqueo” de quienes se oponen al Brexit, como el exprimer ministro Tony Blair, quien recientemente publicó un largo artículo advirtiendo sobre los daños que provocará la separación de Reino Unido, e incluso criticando al líder de su partido, Jeremy Corbyn, por doblar las manos.

“Estoy llegando al punto de creer que mejor tengamos un nuevo referéndum”, dijo Farage.

—¿Sobre qué cosa?, preguntó, sorprendido, el entrevistador Matthew Wright.

—Sobre la membresía en la Unión Europea.

—¿Sobre el todo?

—Sí, yo creo que si tenemos un segundo referéndum, el porcentaje de voto por la salida (de la UE) sería mucho mayor y mataríamos esta discusión para la próxima generación.

Yo no sé si Farage realmente crea esa última parte de su declaración. Más bien parece estar buscando una coartada para que no lo culpen por los desastres que el Brexit causaría.

Lo cierto es que la entrevista ha generado una enorme discusión desde ayer en Reino Unido, que se ha extendido al resto de Europa y más allá.

Felices de embarcar a sus pueblos en peligrosos viajes sin retorno, los populistas no se hacen responsables de las consecuencias de su vanidad y su obstinación desenfrenadas.

Buscapiés

*He tenido mis diferencias con Manuel Bartlett, hoy senador de la República, pero si algo he de reconocerle es que, en el difícil trance de 1988, no salió corriendo de la Secretaría de Gobernación. Pese a haber llegado hasta la final de la sucesión presidencial, Bartlett se quedó junto a su jefe, el presidente Miguel de la Madrid, convirtiéndose así en el último titular de Bucareli que completa un sexenio.

*Eso, me parece, correspondía hacer a Miguel Ángel Osorio Chong. No buscar el refugio seguro del Senado, que el PRI no podrá negarle, sino quedarse al frente de la Segob para, entre otras cosas, ayudar a componer la difícil situación de inseguridad, que cada día se descontrola más. Así lo demuestran los más de 96 mil casos de homicidio doloso registrados en el país y esto es muy preocupante porque, con su estrategia, en vez de bajar el delito, se incrementó 6% la tasa de asesinatos con respecto al sexenio de Felipe Calderón.

*Más allá de quién tenga la razón en el diferendo entre el gobierno de Chihuahua y el gobierno federal, la salida de Osorio, justo ahora, deja vulnerables al Presidente y al candidato del PRI. Hubiera sido una muestra de altura que el hidalguense sirviera en este caso de interlocutor o incluso se ofreciese de pararrayos, como solía ser antes. Información Excelsior.com.mx

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