Por Pascal Beltrán del Rio
Antes del jueves se conocerá la suerte de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que funcionarios de México, Estados Unidos y Canadá han llevado a cabo, en varias rondas, desde el 16 de agosto pasado.
Luego de casi nueve meses de pláticas, no es seguro que vayamos a ser testigos del parto de una versión renovada del acuerdo tripartida, que entró en vigor el 1 de enero de 1994, hace casi un cuarto de siglo.
Desde que Donald Trump lo convirtió en el caballito de batalla de su campaña para llegar a la Casa Blanca, la expectativa de que el TLCAN pueda sobrevivir ha vivido en una montaña rusa. No ha sido raro durante estos nueve meses que una declaración de alguno de los negociadores estadunidenses genere esperanza de que se llegará pronto a un acuerdo para que, casi de inmediato, venga un comentario del presidente Trump que parece tirar todo por la borda.
Hay quien ha interpretado esto simplemente como la manifestación del estilo duro de negociar de Trump y quien, en cambio, cree que era una ingenuidad pensar que el inquilino de la Casa Blanca iba a renegar de una de las promesas que lo llevó a la Presidencia.
En cualquier caso, no puede ser un signo de aliento lo último que dijo Trump sobre el acuerdo, al reunirse con representantes de la industria automotriz estadunidense, el viernes pasado:
“El TLCAN ha sido un desastre horrible para el país. Veremos si logramos tornarlo razonable”.
Esa declaración del presidente estadunidense sería una más si no fuera porque el líder de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, puso como fecha límite para concluir las negociaciones el jueves 17 de mayo.
Las razones de Ryan son de calendario. Como se sabe, Estados Unidos tendrá elecciones legislativas en noviembre próximo y no está claro que el Partido Republicano pueda mantener la mayoría que tiene actualmente en ambas Cámaras del Congreso. De hecho, es muy posible que la pierda, ante los demócratas, en la de Representantes.
De acuerdo con el procedimiento fast-track, el gobierno estadunidense debe informar al Congreso de su intención de modificar el acuerdo y, 30 días después, entregarle el documento para su análisis. El Congreso tiene 60 días para decir sí o no.
Es decir, si la finalización de las negociaciones se comunicara al Congreso el jueves 17, el Congreso tendría hasta el 15 de agosto para analizar la propuesta de modernización del TLCAN.
Es decir, entre una fecha y otra se atravesaría la jornada electoral en México (1 de julio), las votaciones primarias en 31 de los 50 estados de Estados Unidos y los comicios generales en Ontario, la provincia más poblada de Canadá.
Pero ahí no se termina el problema. Después de que el Congreso dé su visto bueno, y antes de que el TLCAN renegociado se pueda convertir en ley, se abre un lapso de 105 días para que la Comisión sobre Comercio Internacional (USITC, por sus siglas en inglés) revise el impacto que podría generar a la economía estadunidense.
Creada en 1916 como Comisión de Aranceles, la USITC tiene la misión de proveer al Presidente la Oficina del Representante Comercial y al Congreso de Estados Unidos con información en materia de aranceles, comercio internacional y competitividad.
La USITC tiene seis miembros que duran 9 años en el cargo. Son nominados por el Presidente de Estados Unidos y confirmados por el Senado. La ley prohíbe que más de tres de ellos puedan pertenecer a un mismo partido político.
La actual presidenta de la comisión es la demócrata Rhonda Schmidtlein; el vicepresidente es el republicano David S. Johanson. Los cargos de una y otro terminan el 16 de junio, es decir, durante el proceso de análisis que hará el Congreso del documento de la renegociación.
La comisión tiene ahora cinco miembros y el presidente Trump nominó a dos personas para ocupar un asiento vacante y otro que termina en junio.
Apenas el viernes pasado, la USITC votó por cinco a cero a favor del hallazgo del Departamento de Comercio de que las importaciones de acero chino subsidiado afectan a la industria estadunidense.
Si el plazo de 105 días a los que tiene derecho la comisión para revisar el nuevo TLCAN comienza a correr el 15 de agosto, terminará el 28 de noviembre, lo que dejará al Congreso estadunidense apenas un mes para aprobar la legislación y que éste entre en vigor, pues en enero comienza la 116 Legislatura que, como digo arriba, podría tener mayoría demócrata al menos en la Cámara de Representantes, como resultado de las elecciones de medio término, que se celebrarán el 6 de noviembre.
Los tiempos aprietan. Y mucho. Información Excelsior.com.mx