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#SeQuedaEnCasa

Por Yuriria Sierra

Finalmente. No habrá giras presidenciales hasta que pase el peor momento de la pandemia. Y ya sabemos que esto será después del 1 de junio, si todo sale como se plantea en el mejor de los escenarios. Finalmente. Tuvo que pasar al menos un mes desde la declaratoria de emergencia sanitaria para que Andrés Manuel López Obrador optara por quedarse en casa. Una decisión fácil de tomar, con razones tantas, pero a la que se resistió. Y en ese lapso nos dio momentos que, sin duda, tendrán un costo, no sólo político, también electoral. Ya llegará la hora en que le recuerden cuando, en medio de las medidas de aislamiento, él se fue a recorrer pueblos, dio la mano y respondió saludos. Controversias gratuitas.

Finalmente, el Presidente permanecerá en Palacio Nacional atendiendo el curso de la pandemia, como debimos verlo desde hace semanas; pero lo hará, por fin. Se desmarca así de un penoso grupo de mandatarios que han optado por el descrédito y hasta ridículo internacional. Hace unos días, Jair Bolsonaro aprovechó los festejos de la Semana Santa y salió a las calles. No sólo a caminarlas, también a dar la mano a sus seguidores, a tomarse fotos; salió para ejercer su derecho “a ir y venir”, como afirmó; mismo derecho que defendió porque, según sus otros datos, el COVID-19 ya era un tema que se estaba yendo, a pesar de los más de 22 mil contagios y más de mil 200 muertos que Brasil, la región más afectada de América Latina, registró hasta el domingo. El presidente brasileño, que desafía las políticas de aislamiento acatadas en prácticamente todo el mundo, optó ayer por destituir a su ministro de Salud, un funcionario con evidente apego por la ciencia y quien le pedía un discurso acorde a las medidas tomadas. No hay sentido en políticas de aislamiento cuando a la cabeza está alguien que desea ir en camino contrario.

Quedándose en casa, López Obrador también se aparta de ese otro presidente que, por más de 30 días, optó por la ausencia, para reaparecer con un discurso donde minimizó el alcance de la pandemia, pero pidió rezarle a Dios. Daniel Ortega calló así los rumores de su estado de salud. Física, claro. Tanto en Brasil como en Nicaragua, los seguidores de la imagen presidencial acompañan a su líder para hacer eco al desafío, más que a la cuarentena, a la pandemia misma. Cuántas vidas en riesgo.

Por lo pronto, López Obrador no saldrá. Escuchó a Hugo López-Gatell y a los expertos sanitarios que dan seguimiento a la propagación del coronavirus. Aunque anunció que, cuando pueda salir de nuevo a las calles, lo celebrará acudiendo a las seis refinerías en el país.

Desde el inicio de este episodio histórico, líderes del mundo han reaccionado a velocidades distintas, pero quienes lo han hecho a mayor velocidad han entendido, además de la magnitud, la era en la que vivimos. Mensajes por televisión a horas precisas (en donde hay mayor alcance), comunicados claros, hasta tuits con oportunidad.

Ante una emergencia sanitaria, una conferencia matutina, donde hay evidente preferencia por personajes que abusan del “más que una pregunta, tengo un comentario…” (y que, además, nada aportan al gremio periodístico), ¿no sería la suspensión de las mañaneras o el cambio de formato el siguiente paso? Que el Presidente salga a comunicar y no a realizar un ejercicio propagandístico. Total, esta pandemia también ha dado a las videollamadas un nuevo aire. Información Excelsior.com.mx

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