Por Pascal Beltrán del Rio
La intervención de los tres candidatos con partido —en la reunión anual de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD)— fue, me pareció, ocasión propicia para comprobar el nivel de ignorancia e irresponsabilidad del cual, sin rubor alguno, hace gala uno de ellos.
Si bien las intervenciones de los otros dos merecerían también un comentario, prefiero dedicar esta colaboración a lo que aquél expresó, dado el peligro que para México representaría su llegada a la Presidencia de México como resultado, obviamente, del voto mayoritario este 1 de julio de los electores.
Lo primero a comentar, en relación con su intervención, es que su candidatura y los niveles de aprobación que las encuestas reflejan no es hoy, un caso único o aislado. Por el contrario, lo que dichas cifras expresan es, aceptado y entendido o no, la traducción y reflejo objetivo de una ignorancia peligrosa de la masa amorfa del electorado, acerca de las causas de la situación política y económica actual.
Dicho de otra manera, aquél es un candidato increíblemente ignorante a la vez que exitoso porque, su ignorancia está en línea con la de millones de electores mexicanos quienes, duele decirlo, pero más aceptarlo, son igual o más ignorantes que él. Que desconozcan las causas de lo más elemental de nuestra situación económica y sus problemas estructurales no los lleva —por desgracia— a rechazarlo como sería lo correcto y lógico, sino a casi idolatrarlo.
Al ignorar ellos mismos todo lo relacionado con los temas acerca de los cuales aquél no opina sino pontifica, lo considera confiable y capaz pues piensa, desde su desconocimiento, que aquél, de llegar a la Presidencia y poner en práctica las ocurrencias que expresa sin rubor alguno, vendría a beneficiarlo cuando, he ahí lo trágico del asunto, el resultado —de concretarse dicha eventualidad—, sería exactamente el contrario.
En los tiempos que corren, es más que probable que la característica principal de esta nueva ola de políticos, sea la ignorancia y la simpleza de sus planteamientos y promesas. En pocas palabras, soluciones fáciles y esquemáticas a problemas complejos; al mismo tiempo, fáciles de concretar y, sobre todo, sin precio alguno que pagar.
Hoy, no hay país que se salve, sea Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Italia y Venezuela entre otros. En ellos, el salvador llega envuelto en un empaque atractivo, tanto por su decoración como por su lenguaje demagógico que divide cuando señala, con índice flamígero, a los responsables de la situación precaria de millones.
En cada país se formula una expresión que pretende describirlos e identificarlos; además, se dirige a la masa que lo aplaude hasta el éxtasis, con un vocabulario pobre y despojado de cualquier elemento técnico de los problemas que los electores enfrentan.
Es ahí donde la ignorancia de ambos es extremadamente peligrosa porque, poner en el timón la ignorancia de lo sucedido en el mundo desde los años cincuenta o sesenta del siglo pasado a la fecha, y desechar lo que la experiencia ha enseñado desde hace doscientos años, es ir a la debacle. ¿Imagina usted lo que significa hoy, asegurar que el país que aquél pretende gobernar sería capaz de producir todos los alimentos que consume? Nada más piénselo.
¿Podría tanta ignorancia llegar hoy a la Presidencia de un país? ¡Por supuesto! De ahí que urja exhibir el peligro que representa aquella en la gobernación. ¿Sabe a quién me refiero?
Información Excelsior.com.mx