Si fueren reelegidos Trump y Bolsonaro, ¿qué dirían?

Por Ángel Verdugo

El espectáculo tuvo lugar, a querer y no, una vez más; ¿los actores y sus parlamentos? Los mismos que integraron el reparto y el libreto de la primera representación. ¿Cambios? El país y el blanco de los ataques: En vez del Donald Trump de ayer, ahora tenemos a Jair Bolsonaro y en lugar de Estados Unidos, se fueron a buscar a Brasil al personaje que se acomodaría al viejo libreto que en su momento tan buena crítica recibió.

Los intelectuales que actuaron esta vez fueron aplaudidos por su valentía y la selección de los adjetivos endilgados al nuevo villano, el carioca misógino entregado a los militares y a los evangélicos y por supuesto, no podía faltar el adjetivo matador: ¡fascista!

El espectáculo escenificado —otra vez— por algún regimiento del numeroso ejército integrado por quienes han hecho de la corrección política todo un arte, cumplió. El centro de la obra, como dije, no fue Donald Trump sino el candidato Jair Bolsonaro.

Esta vez, al igual que en la elección presidencial de hace dos años en Estados Unidos, no hubo mención de las causas por las cuales decenas de millones de electores —en uno y otro país—, decidieron favorecer, si nos atenemos a nuestros políticamente correctos, a lo peor que ambos países han dado: Donald Trump y Jair Bolsonaro.

¿Qué se requiere en una sociedad, para que decenas de millones entreguen voluntaria y gustosamente su voto a quienes, según la casi totalidad de quienes en México gozan repartiendo etiquetas, no lo merecen? ¿Acaso nuestros sedicentes analistas nada tienen que decir de las causas que en ambos países llevaron, a decenas de millones a emitir su voto en favor de personajes que son —si nos atuviéremos a los juicios de nuestros intelectuales—, engendros del mal y descendientes directos de Lucifer?

¿En verdad nuestros sedicentes expertos, al reducir sus análisis a calificar con los peores adjetivos a ambos candidatos que por decir lo menos, son la expresión de problemas profundos en ambas sociedades, contribuyen a explicar lo que se empezó a gestar hace una buena cantidad de años? ¿No piensan siquiera por un momento que, tanto en Estados Unidos como en Brasil, para decirlo claro, nadie los pela?

No son tontos, evidentemente; sin embargo, repitieron mecánicamente lo que dijeron cuando Donald Trump anduvo en campaña. Esa vez se equivocaron rotundamente y, por más estridentes que fueron en su adjetivación, el elector del país del norte no les hizo el menor caso. ¿A qué se debe entonces la reincidencia? Los mismos adjetivos y la misma gritería tampoco lograron, esta vez, conmover en lo más mínimo al elector brasileño.

Aunaron al primer fracaso un segundo lo cual, lo menos que debería producir sería dejar los adjetivos de lado, e intentar entender al ciudadano en uno y otro país; asimismo, partir de las condiciones objetivas que explicarían su voto a candidatos que son, para decirlo de acuerdo con sus largos e interminables rosarios de adjetivos, lo peor de lo peor.

Preguntemos ahora, ¿qué dirían, ya cansados de lanzar adjetivos a Trump y Bolsonaro, si ambos fueren reelegidos? ¿Culparían a decenas de millones de electores en ambos países quienes, según sus juicios, serían filofascistas adoradores de dictaduras?

¿Serían capaces, en vez de reconocer que sus análisis carecen de objetividad, pero les sobra corrección política y afán de figurar, de acusar a los electores de simpatizar con lo peor de lo peor? Cuidado, ego y soberbia podría llevarlos a eso, y más.Información Excelsior.com.mx