Tus padres tenían razón, jugar tanto Pokémon afectó tu mente. Afortunadamente el impacto no fue negativo. De hecho, todas esas horas en el Game Boy terminaron por desarrollar una pequeña región en tu cerebro que se activa al reconocer las criaturas del juego, como Pikachu, Squirtle o Charmander.
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De acuerdo a un estudio publicado en la revista académica Nature Human Behavior, investigadores de la Universidad de Stanford descubrieron una activación preferencial en el cerebro de personas adultas que jugaron Pokémon en su infancia.
Los resultados del estudio arrojan nueva luz sobre el misterio relacionado a la manera en que ciertas regiones del cerebro se activan al reconocer palabras o rostros humanos, pero no al ver objetos como coches o muebles. Otro misterio tiene que ver con el hecho de que estas reacciones ocurren en la misma región de cualquier cerebro.
Jesse Gomez, autor principal del estudio, retomó los estudios con primates que indicaban que, para que una región dedicada a una nueva categoría de objetos se desarrolle en la corteza visual, era necesario que la exposición a estos objetos comenzara en la infancia, justo cuando el cerebro está en su fase más maleable y sensible a experiencias visuales.
Esto dio paso al experimento con personajes de Pokémon, los cuales formaron parte de la infancia del autor del estudio. Bajo esta lógica, su cerebro, así como el de otros adultos que jugaron Pokémon cuando tenían entre 5 y 8 años, debe responder de manera distinta a estas figuras que a otras.
Lo que era único sobre Pokémon es que hay cientos de personajes, y tienes que saber todo sobre ellos para poder jugar el juego con éxito. El juego te recompensa por individualizar a cientos de estos pequeños personajes de apariencia similar. Así que pensé: ‘Si no desarrollas una región para eso, entonces nunca podrías [entender el juego y conquistarlo]’.
Los investigadores se percataron de que Pokémon es el tipo de juego que se presta con naturalidad a experimentos en neurociencia. Después de todo, se trata de un juego en el que los niños deben conocer las características particulares de cientos de criaturas, sus múltiples ataques y defensas, así como la información que contiene la enciclopedia del juego, el Pokédex.
El señor Gomez formó dos grupos: un grupo de control que consistía de personas que nunca jugaron Pokémon, y otro de 11 personas que prácticamente creció con el juego de Nintendo. A los voluntarios se les hizo tomografías por resonancia magnética mientras veían a los personajes de Pokémon (tanto del videojuego como de la serie animada) y de otros objetos rutinarios.
Los investigadores detectaron cómo la misma región en el cerebro de todos los voluntarios que jugaron Pokémon respondía al ver los personajes del juego. Se trata del giro occípitotemporal lateral, una pequeña región detrás del oído que también se activa al reconocer animales. En el grupo de control, en cambio, no se detectó ninguna respuesta.
Creo que una de las lecciones de nuestro estudio es que estas regiones cerebrales que son activadas por nuestra visión central son particularmente maleables a una amplia experiencia.
Indicó la doctora Kalanit Grill-Spector a Stanford News.
En efecto, el estudio ayuda a confirmar cómo el cerebro humano cambia en respuesta al aprendizaje por experiencia durante la infancia, pero esto no debe ser empleado como evidencia para demostrar que los videojuegos causan un daño permanente en el cerebro de los niños.
“Les diría a esos padres que las personas que fueron escaneadas aquí tienen sus doctorados”, dijo Gómez, quien formaba parte del grupo de voluntarios que jugaron Pokémon. “A todos les va muy bien”. Información Noticieros Televisa