Por Ángel Verdugo
La situación internacional, lejos de aclararse e ir caminando hacia una estabilidad que favorecería el crecimiento, la inversión y la gobernabilidad en vastas zonas del planeta, avanza en el sentido opuesto.
Sería redundante listar los focos de tensión que se han creado en los últimos meses en varias regiones del planeta; lejos de abonar a su desaparición o al menos a la reducción de su elevado número, la realidad nos hace desechar toda ilusión al respecto.
Dada nuestra situación en el concierto internacional, pienso que lo prioritario para nosotros sería, antes de pensar en influir en áreas y temas que, si bien no nos son ajenos, ver las cosas con realismo. De ahí que prefiera centrarme en las perspectivas que veo para México frente a Estados Unidos.
El problema central que se nos plantea, al margen de si la negociación en curso del TLCAN fuere exitosa o no, sería la reelección de Donald Trump como Presidente. Hace unos días, él mismo anunció el nombramiento de quien encabezará el comité encargado de promover su reelección.
Esta decisión nos hace ver que, por encima de las dificultades que ha enfrentado y los problemas que ha generado por su forma tan sui géneris (única, sin igual e inclasificable) de gobernar, está decidido a buscar la reelección. Las cifras de apoyo en los tiempos que corren, todo indica, no han ido a la baja, sino se han mantenido; esto, elemento digno de estudio para los especialistas, dice claramente que, hoy por hoy, decenas de millones de ciudadanos de Estado Unidos están si no contentos con la forma de gobernar de Donald Trump, al menos no le han retirado abierta y claramente su apoyo.
Es entendible, en políticos profesionales, que ese hecho sea difícil de entender; sin embargo, lo que no puede negarse es que los que lo llevaron a la Presidencia parecen estar de acuerdo en volver a apoyarlo. Éste es el tema que debería, en México, llevarnos a pensar más allá de la inmediatez que nos aplasta, y nos hace perder la obligada objetividad que un país como México, con un vecino y socio como Estados Unidos, jamás debería dejar de observar.
¿Cuál sería entonces la situación que se generaría si los ciudadanos ratificaren el mandato presidencial de Donald Trump? ¿Qué veríamos en cuanto a decisiones atropelladas por parte de él en un segundo mandato? ¿Qué deberíamos esperar de quien, ante la imposibilidad de reelegirse para un tercer mandato, ya no tendría freno alguno?
Luego entonces, ¿qué tipo de Presidente deberíamos elegir este 1 de julio, dada la eventualidad de un segundo mandato de Donald Trump? ¿Nos convendría uno que habría rechazado la inserción en la globalidad de manera reiterada? ¿Alguien que no ha demostrado carácter para tomar decisiones propias, y sí acomodarse a las instrucciones recibidas sin importar su dignidad? ¿Acaso la decisión estaría en favor de quien sea hoy un convencido de la globalidad y nuestra inserción en ella y, además, haya demostrado habilidad política y firmeza?
Usted, de acuerdo con sus posiciones políticas, seguramente establecerá un conjunto de cualidades que le parecerían adecuadas ante lo que se ve venir. De acuerdo con esto, yo le pediría, entonces, que en los próximos meses analizare a cada uno de los tres (o a cada uno de los seis) con miras, por supuesto, a dar su voto al que, según usted, enfrentaría —de la mejor manera— la concreción de la eventualidad de la reelección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos. Información Excelsior.,com.mx