Por Ángel Verdugo
La avalancha de adjetivos laudatorios nos aplastó; no únicamente fueron y son para Zavala, sino para Ríos y también para el que supo retirarse a tiempo —antes de recibir un baño de realidad, en caso de aferrarse a lo imposible para él: obtener las firmas que exige la Ley para ser candidato independiente—, Álvarez. En el caso de Rodríguez, fueron más las burlas que los elogios, pero también hicieron bulto en aquella avalancha.
Al revisar a unos cuantos de los 24 sedicentes independientes, y analizar los adjetivos llenos de melcocha que les han lanzado, no puedo menos que preguntarme, ¿por qué durante tantos años mantuvieron en el mayor de los secretos tantas cualidades? ¿Acaso las ocultaron por pena o modestia?
Al haber impedido a tantos millones de ciudadanos mexicanos conocer sus cualidades —que en unos casos casi rayan en la santidad, por los valores éticos que les adjudican, y en otros, su capacidad y sabiduría impresionan al más escéptico—, han pecado de egoísmo y soberbia.
¿Cómo es posible que, frente a la abundancia de políticos mediocres, sinvergüenzas e ignorantes, estos dechados de virtudes no hayan dicho, con orgullo y decisión y voz estentórea: ¡Aquí estamos, para salvar a
México! ¿Por qué le negaron a la patria amenazada, la posibilidad de llevarlos desde hace años a altos puestos en el sector público y así, con esta decisión, evitarle a México tanta desgracia, y el altísimo precio pagado por tanta política pública equivocada?
¿Por qué pues, nos privaron de su sapiencia y de tantos valores éticos y morales? ¿Acaso fue en castigo por tanto pecado cometido, al convertirnos en el país más corrupto de América Latina? Por ello, sería conveniente en este punto, hacer un alto en este largo rosario de lamentaciones para tratar, de ser posible, poner algunas cosas en claro.
Me detengo, específicamente, en el punto aquel de las políticas públicas equivocadas que han significado, como dije, un altísimo precio a pagar. Si revisáremos los antecedentes profesionales de Zavala, Ríos, Ferriz y Rodríguez, la conclusión sería no otra que ésta: De esos cuatro, no logro hacer un funcionario público ni bueno ni malo.
Resulta, de esos cuatro, a excepción de Rodríguez, que ninguno tiene experiencia en la administración pública. Zavala y Ríos han sido legisladores, pero como si no lo hubiesen sido; su paso por el Poder Legislativo fue, para decirlo claro, sin pena ni gloria. No hubo de su parte una labor que recordar. En el caso de Rodríguez, es cuestión de preguntar a sus gobernados en Nuevo León de su desempeño el frente del Poder Ejecutivo estatal; los juicios que emiten al respecto, para decirlo coloquialmente, hablan de una labor en la gobernación, lamentable.
Por último, nos queda del caso de Ferriz. Un hombre de vastísima experiencia frente a las cámaras de televisión y los micrófonos de varios espacios radiofónicos, pero de administración pública, nada.
¿Es posible esperar algo positivo en cuanto a enfrentar numerosos problemas estructurales se refiere, con alguno de esos cuatro al frente del Poder Ejecutivo Federal? De estar en sus manos, ¿le entregaría a cualquiera de ellos el timón de esa nave que es México? La verdad, yo tampoco.
¿Qué hacer entonces con los independientes? Sólo ignorarlos. Si llegaren todos o algunos a estar en la boleta el 1 de julio del año 2018, ignórelos y concéntrese en los candidatos de los partidos.
De éstos, al menos de los más nombrados, hablaré en la próxima. Información Excelsior.com.mx