El historiador de las religiones, Frédéric Lenoir señala que actualmente no vivimos nuestra espiritualidad dentro de la religión, sino en prácticas con elementos religiosos como la política o el deporte.
“Somos menos religiosos en cuanto a compromiso con los rituales institucionalizados, pero cada vez tenemos más interés por la dimensión espiritual, por el sentido de la vida”, dice Lenoir.
El también filósofo apunte tres causas por las que las iglesias lucen cada vez más vacías: “El individualismo, la globalización y el espíritu crítico”.
“La religión es colectiva y ha habido una individualización en todo, una tendencia a espiritualizarse, de liberalización respecto a las instituciones, al grupo. Hay un rechazo a la religión organizada”.
Lenoir está consciente de que la percepción negativa acerca de la religión gana terrenos en varias partes del mundo:
“Esta visión negativa se debe a los últimos siglos, en los que la religión se ha opuesto a todos los valores modernos, como los derechos humanos, el feminismo o los avances científicos”.
Sin embargo hay aspectos de la religión que los seres humanos modernos todavía buscan. En su Breve tratado de historia de las religiones señala que la religión tiene dos dimensiones, una horizontal, “que tiende a unir a los hombres entre sí”; y otra vertical, “que une al ser humano con el mundo invisible, con una trascendencia”. Es decir, que el hombre recurre a la espiritualidad por su necesidad de vínculos sociales.
De hecho, comparte la teoría de Yuval Noah Harari sobre que nuestra especie ha prevalecido, entre otras cosas, gracias a su capacidad de creer en ficciones compartidas, como la religión. “El homo sapiens es un hombre religioso: es curioso y se hace preguntas metafísicas”, señala.
Islam y budismo hoy
Lenoir lamenta la situación por la que pasa el Islam.
“En el Corán conviven versículos de llamamiento a la guerra santa con otros de paz. Si coges la Biblia hebrea ves exactamente lo mismo. No hay que analizar una religión por sus textos fundamentales. El problema del Islam no es el Corán, es la ausencia de espíritu crítico ante el mismo, que sí ha habido en el pasado, como en los tres siglos posteriores a la muerte de Mahoma. En el siglo IX en Bagdad había más espíritu crítico del que hay ahora. Por eso no es grave: porque puede volver”.
Sobre la aceptación que han gozado las religiones orientales en Occidente, el también sociólogo lamenta que solo se retomen algunos aspectos. “Se ha cogido lo más fácil. No los rituales, las reglas morales, sino lo más light“.e
Vía El País