Por Pascal Beltrán del Rio
La iniciativa de construir una alianza electoral entre el PAN y el PRD para contender por la Presidencia en 2018 partió de una serie de premisas sensatas.
A saber:
1) Ni el PAN ni el PRD tienen, por separado, los números para llegar a Los Pinos. Juntos, sin embargo, han ganado muchas elecciones de gobernador y la suma de sus respectivos porcentajes de aceptación en las encuestas podría ponerlos por encima del PRI y Morena.
2) Hay un sector de los votantes en México que no quiere el más de lo mismo que representa el PRI, pero que ven en la candidatura de Andrés Manuel López Obrador un salto al vacío. Para ese grupo, una candidatura PAN-PRD podría ser atractiva.
3) PAN y PRD se complementan porque el primero es fuerte en zonas donde el segundo aparece como tercera fuerza o más abajo, y viceversa. Así, el Frente podría quitar votos al PRI en los estados más desarrollados del país y a Morena en las de menor desarrollo.
Al sumarse Movimiento Ciudadano, el proyecto se potenció por la fuerza que ese partido tiene en Jalisco, donde se piensa que el alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, tiene la gubernatura casi en la bolsa.
Sin embargo, el Frente ha cometido errores en su construcción que hacen que muchas de sus ventajas se desvanezcan.
1) Llamarse “Ciudadano” cuando es una suma de partidos, lo cual genera una expectativa que es imposible de cumplir. No nació para postular ciudadanos, sino para potenciar a las organizaciones que participaban en él.
2) Presentarse como una opción más democrática que el PRI y Morena, cuando eso también es irrealizable: las principales candidaturas estaban decididas de antemano. Entre ellas, la de Ricardo Anaya para la Presidencia de la República.
3) Tratar de tapar el ojo al macho diciendo que esas candidaturas no están decididas, con lo cual se insulta a la militancia de los partidos involucrados y se reta a su ADN opositor, principalmente al de la base panista, alérgicos a las imposiciones cupulares.
Estos errores de diseño pueden costar caro a la alianza. Decir que las principales candidaturas se decidirán una vez que se haya elaborado el proyecto del Frente es un engaño.
También lo es pretender que las candidaturas —y sobre todo la de Los Pinos— pesan menos que el programa. Ignorar que la política no funciona así en México es una ingenuidad. Decirlo a sabiendas, es perverso.
Yo no sé si se concretará la salida de Margarita Zavala del PAN para irse como candidata independiente, como se especulaba ayer. Lo que es evidente es que la obstinación en imponer la candidatura de Anaya o la falta de destreza para encontrar una salida han dado una justificación a Zavala para irse y seguramente devendrá una sangría de apoyos para el Frente.
En suma, la alianza PAN-PRD-MC se ha revelado como más de lo mismo: la ambición por el poder sin un contenido que la diferencie del PRI o Morena.
Esa era una tarea fundamental del Frente: distinguirse de los otros dos grandes bloques, con ideas concretas para combatir la corrupción y la impunidad.
Lo que hemos visto en las últimas semanas quita a los partidos aliados la autoridad moral para presentarse como distintos, con lo cual se convierten en una suma que resta.
Para que la operación tuviese sentido, PAN y PRD requerían que casi todos los simpatizantes de uno y otro partido apoyaran la alianza y que, además, ésta arrebatara votantes a PRI y Morena.
Lo que ahora vemos es que muchos panistas podrían desertar hacia otras opciones —como las hipotéticas candidaturas de Margarita Zavala, por la vía independiente, o la de José Antonio Meade, por el PRI—, y que los izquierdistas moderados lleguen a la conclusión de que entre la imposición que pretende la dirigencia del PRD y la de López Obrador no hay mucha diferencia.
Al descuidar sus flancos internos, la alianza se ha convertido en una suma que resta.
Buscapiés
Desde hace 20 años, los constructores de vivienda en Singapur están obligados a dotar a cada unidad de refugios contra bombardeos, donde puedan resguardarse los habitantes en caso de conflicto armado. Casi todas las viviendas en el pequeño país insular son departamentos en edificios de varios pisos. Los refugios suelen ser pequeños cuartos de concreto reforzado anexos a la cocina. ¿Por qué no pensar en algo similar en la Ciudad de México? Obviamente no contra bombardeos, sino contra terremotos. Información Excelsior.com.mx