CIUDAD DE MÉXICO.
Es viernes, saliste de tu trabajo y revisas insistentemente tu teléfono. Tus amigos están planeando salir de fiesta a uno de tus bares favoritos, tratar de ligar a cualquier alma que se mueva, llenar sus estómagos de mezcal y perder el conocimiento antes de empezar a tomar fotos vergonzosas que solamente se podrán compartir en el grupo privado de Whatsapp.
Tú, en cambio, tienes que ir al Walmart más cercano a comprar sábanas para la cama que compartes a diario con tu pareja porque las últimas que compraron le dan mucha comezón en la nariz y sus estornudos te despiertan cada noche a eso de las dos o tres de la madrugada.
El sábado en la mañana revisas tus mensajes de Whatsapp y te das cuenta de lo cabrón que la pasaron tus amigos: shots de tequila, tragos con fuego y fotos grupales con chicas y chicos que probablemente se ligaron esa noche.
Estar soltero te da una libertad que jamás vas a tener en pareja: desde ligar con cualquier persona que quieras, hasta desaparecer y no responder tus mensajes cuanto tiempo te plazca. O pedir comida para dos personas y chingártela completa. Hay momentos hermosos de soltería que desaparecen cuando decides tener pareja.
Contactamos a personas que están actualmente en una relación para que nos contaran qué harían si fuesen solteros.
TENDRÍA MÁS SEXO
Probablemente la gente cree que por tener novia desde hace siete años, tenemos sexo a toda hora cada día de la semana, pero mi relación no puede estar más alejada de eso. Conocí a mi actual novia en la universidad. Creo que nos agregamos a My Space y a partir de ahí comenzó todo. Había muchísimo fuego al comienzo; cogíamos casi todos los días de la semana, y quizás fue mi época más activa sexualmente hasta ahora. Ya luego de acostumbrarnos a nuestros cuerpos, perder interés en la relación (un poco) y dejar que la rutina nos invadiera, pues ese fuego que existió antes se apagó inevitablemente. Actualmente tenemos sexo una vez al mes o dos, como mucho, pero la relación en sí opinaría que está bien. He aprendido que las relaciones amorosas no se tratan de sólo sexo, y menos cuando llevas siete años en una como yo. Pero sí, indudablemente extraño tener sexo con mayor frecuencia, y lo primero que haría si fuese soltero sería buscar coger como si fuese un chico de 16 años en plena pubertad. —Ricardo, 30.
SEGUIRÍA CON MI BANDA
Conocí a mi pareja en un bar un día que tocaba con mi banda. Ella asistió al show. Luego de bajarnos de la tarima me la presentaron y congeniamos. Le quité su número y a los dos meses ya andábamos como pareja oficialmente. Ella estaba terminando su carrera, y a mi banda le estaba empezando a ir bien: sonábamos en radio, llenábamos bares y la gente tuiteaba nuestras rolas. A los dos años, los demás integrantes de la banda y nuestro manager decidieron que era tiempo de mudarse a Barcelona para tener más oportunidades de tocar en festivales grandes y de trabajar con un sello discográfico importante. Mi relación andaba muy bien, y a mi novia ya no le latía que me dedicara solamente a la música, ya que veía su futuro conmigo y quería que tuviese un trabajo “estable”.
Luego de muchas peleas y discusiones, llegó el momento de tomar la decisión: mudarme a Barcelona con mi banda o seguir con mi novia y dedicarme a otra cosa. Decidí seguir con ella, la banda emigró a España y oficialmente dejé de ser miembro de la misma. A ellos los firmó la disquera que estaban persiguiendo, les fue muy bien y hasta llegaron a tocar en el Primavera Sound. Yo me dediqué a trabajar como administrador del negocio de mi padre y me mudé a un departamento con mi novia y sus dos gatos. Cada vez que veo mi guitarra colgada en la sala de mi hogar, recuerdo lo que pudo haber sido. Obviamente lo extraño un montón y cuando suben un video a Youtube soy el primero en verlo. —José Javier, 33.
ME ENAMORARÍA DE NUEVO SIN COMPROMISOS
Siempre pensé que me gustaría estar en pareja: viviendo en el mismo depa, haciendo todas mis cosas con mi novio, visitar a su familia. El cuento completo que nos venden las novelas. Ya luego de tener ocho años de relación y estar cerca de los treinta años, mi visión sobre lo que en realidad significa el amor cambió por completo. Amo a mi pareja, y quizás sería difícil imaginar mi presente sin ella, pero a diario lucho con la idea en mi cabeza de cómo sería mi vida si no estuviese en una relación tan “seria”. A veces alucino sobre cómo sería viajar sola, enamorarme en cada ciudad de alguien distinto y sentir que no tengo compromiso con nadie. Extraño estar sola y salir con mis amigas más seguido y no tener que estar dependiendo de otra persona para poder hacer lo que realmente quiero. —Mariana, 29.
FUMARÍA MARIGUANA A DIARIO
Una de las condiciones que me puso la morra que más me ha gustado en mi vida, mi novia, fue que para poder presentarme a sus padres y andar juntos tenía que dejar de fumar mota. Quizás sí tenía un ligero problema, ya que fumaba para despertarme, comer con más hambre, concentrarme, y también para dormir. Fumar mariguana para mí era como tomar agua para cualquier persona, imagino. Sus papás son excesivamente chapados a la antigua, y jamás hubiesen aceptado que el novio de su hija fuese un famoso pacheco. Me costó tomar la decisión, y actualmente fumo cigarros electrónicos o tomo alcohol cuando me siento ansioso. Cambié la mota por el whisky y una relación con mi novia. La verdad, no sé si me arrepiento o no, pero si llego a cortar con ella lo primero que haría sería fumarme un porro del tamaño de un popote y fumaría mota a diario de nuevo. —Julio, 27 años.
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LE HABLARÍA DE NUEVO A MIS PADRES
Llevé a mi novio actual a casa de mis viejos cuando teníamos como cinco o seis meses de salir, coger, comer en restaurantes caros y subir selfies a Instagram. Él es tatuador, está lleno de tatuajes y también usa el cabello largo. Apenas mis padres lo vieron, me dijeron que no querían que yo estuviese relacionada con un “criminal”. Nunca antes había estado tan enamorada, y la verdad luché demasiado contra mis padres para que me dejaran ser feliz. Al comienzo era muy pesado todo: peleábamos a diario, yo lloraba, y vivir en mi casa era terrible. Por suerte a mi novio le va muy bien en su chamba, y me ofreció vivir juntos en un depa de sus padres y que me ayudaba a estabilizarme económicamente hasta que encontrara trabajo. Acepté su oferta y me fui de mi casa para que pudiésemos vivir juntos y así no soportar a diario a mis papás. Ya va casi un año que no nos hablamos, ni siquiera por mensaje de texto. No me felicitaron en mi cumpleaños ni yo en el de ellos. Y sí, hay días que los extraño un montón, pero a la vez me doy cuenta de que ellos también prefirieron dejarme de hablar antes que aceptar mi felicidad. —Diana, 26 años. Información Excelsior.com.mx