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Todos esos “decadentes”

Por Pascal Beltrán del Río

La prosopagnosia es la incapacidad de reconocer rostros que nos son familiares.

Mal fisonomista, llaman coloquialmente a quien va por la vida presentándose múltiples veces con gente que conoce de sobra, o cruzándose por la calle con ella sin recordarla para nada. Es probable que este padecimiento tenga una faceta política, que hace que el gobernante no alcance a distinguir entre quienes son sus aliados naturales y sus adversarios consumados.

Alguien tendría que teorizarlo, pero, de no ser así, habría que encontrar alguna otra explicación a la costumbre que ha desarrollado el presidente Andrés Manuel López Obrador de descalificar a grupos que lo han apoyado desde siempre. Entre ellos, ecologistas, feministas, científicos e intelectuales.

En su ruta hacia el poder, López Obrador siempre contó con el respaldo de esos colectivos. Ahora, éstos se ven señalados como adversarios del gobierno, simplemente por defender sus puntos de vista y llevar adelante su agenda como lo han hecho toda la vida.

En el episodio más reciente de esta trama, el Presidente descalificó a la Feria Internacional del Libro (FIL), uno de los dos encuentros de la industria editorial más exitosos del mundo y el más notorio escaparate del país para la discusión de ideas culturales y políticas.

El viernes pasado, en su conferencia mañanera, López Obrador hablaba de sus diferencias con el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Una cosa llevó a otra y arremetió contra Raúl Padilla López, exrector de la Universidad de Guadalajara y presidente de la FIL. Las últimas ediciones de ésta —añadió de golpe— han estado dedicadas contra nosotros, pero no sólo eso, porque traen a (Mario) Vargas Llosa, (Héctor) Aguilar Camín y (Enrique) Krauze, todos ellos.

Luego recordó que, en octubre pasado, al recibir a nombre de la FIL el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2020 —que otorga la corona española, ¡qué espanto!—, Padilla llamó a defender la libertad de imprenta “frente a los gobiernos populistas que hoy amenazan nuestra herencia liberal y ponen en riesgo la democracia”. Eso, dijo López Obrador, “es la decadencia, pero no sólo de México, de las universidades, de la intelectualidad, de los que otorgan esos premios”.

Cada año, desde 1987, la FIL lleva a Guadalajara a personajes de talla mundial —lo mismo representantes de las llamadas artes liberales que jefes de Estado— para dar conferencias y debatir sobre las más recientes tendencias del pensamiento, siempre en un ambiente que privilegia el pluralismo.

Yo he viajado a la FIL casi cada año, desde hace dos décadas, para hacer entrevistas con escritores connotados o transmitir programas de radio y televisión. Uno de los puntos que concentra el mayor número de visitantes famosos durante el desarrollo de la feria es el restaurante de un hotel que se encuentra justo frente a la Expo Guadalajara. Ahí, a la hora del desayuno, es infaltable la presencia del novelista e historiador Paco Ignacio Taibo II, actual director del Fondo de Cultura Económica.

Fue, justamente, durante una conferencia en la FIL, el 28 de noviembre de 2018, que Taibo se mofó de quienes habían alegado que no debía asumir el cargo porque la ley exigía que el titular del FCE fuese mexicano por nacimiento. Para sortear el impedimento, las bancadas lopezobradoristas en el Congreso modificaron la legislación, lo cual fue celebrado por Taibo con la frase “se las metimos doblada, camarada”.

A la FIL asisten regularmente otros conspicuos aliados del Presidente, como Elena Poniatowska, y también lo hizo hasta su muerte Carlos Monsiváis.

El hecho de que sea también punto de reunión de escritores que López Obrador hoy considera adversarios no tiene que ver con alguna conspiración contra su gobierno sino, más bien, con que, por decisión propia, el Presidente se ha ido aislando del mundo intelectual y ha dejado de reconocer a sus aliados naturales. En este caso, los escritores, quienes, con sus críticas a los gobiernos del PRI y del PAN, pavimentaron el camino que el tabasqueño recorrió para llegar a Palacio Nacional.

Si la prosopagnosia política no existe, quizá sea sencillamente que López Obrador confunde el apoyo con la sumisión y la crítica con la enemistad. Información Excelsior.com.mx

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