Por Francisco Garfias
Ricardo Monreal intuía los riesgos de que el espíritu de Torquemada se apoderara de los senadores, durante el debate de la renuncia del ministro Eduardo Medina Mora, a quien se le investiga por lavado de dinero, según la FGR.
Antes de que se debatiera la renuncia, el coordinador de los senadores de Morena manifestó sus temores a su homólogo del PAN, Mauricio Kuri. Ambos acordaron no abrir debate en el pleno para no provocar el linchamiento del exministro y sólo votar la dimisión.
Pero el panista le dijo después a Monreal que no podía controlar a sus senadores, y que se iban “por la libre”.
El senador Gustavo Madero fue el primero el romper el acuerdo. Sus palabras calentaron a los morenos: “No vaya a haber un carpetazo simplemente porque ya se concedió la renuncia y ya se doblegó a un ministro de la Corte”.
De inmediato se soltaron los prejuicios de unos y otros con los senadores de Morena como fiscales. Los azules haciéndole al “sospechosismo” y los tricolores –que lo promovieron como ministro— en el papel de “calladito te ves más bonito”.
Los morenos transformaron el Senado en tribunal.
Uno de los más duros fue Germán Martínez, quien alguna vez jugó en el mismo equipo con el renunciante. Él como presidente del PAN y Medina Mora como procurador de la República de Calderón.
“Que se vaya, porque no nos sirve para nada una gente que miente, roba y traiciona a la nación”, dijo Germán.
La morenista Malú Micher hasta festejó que deje de ser ministro “en unos minutos”. Su correligionaria Lucía Trasviña lo llamó “sujeto inmoral”, y para que le seguimos…
Fue un linchamiento que cortó de tajo Monreal, al detectar “gran confusión” de los senadores alrededor del tema.
“Medina Mora no puede ser enjuiciado en esta Cámara. No tengo nada a favor de él, pero tampoco en contra. Soy enemigo de estigmatizar y de acudir a linchamientos mediáticos. El principio de presunción de inocencia y el de debido proceso tiene que aplicarse a todos”.
Ricardo fue el último orador. La renuncia fue aprobada 104 votos a favor, 3 en contra y 7 abstenciones.
*Estamos en la 4T. No podía ser de otra manera. La activista Rosario Ibarra de Piedra, de 92 años, será reconocida el 23 de octubre con la Medalla Belisario Domínguez, máximo galardón que otorga el Senado.
El evento se llevará a cabo en la vieja casona de Xicoténcatl. Tradicionalmente asiste el Presidente, en calidad de mudo testigo.
La medalla se otorga anualmente a mexicanos que se han distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores la Patria o de la humanidad.
A Rosario se la concedieron unánimemente “por su incansable lucha y activismo de más de cuatro décadas a favor de los presos, de desaparecidos y exiliados políticos”, dice el dictamen aprobado por el pleno.
La elección avivará nuevamente la polémica abierta por Agustín Salmerón, exdirector del Instituto Nacional de Estudios Históricos, al llamar “valientes” a los guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre que ejecutaron, en 1973, al empresario regio, Eugenio Garza Sada.
Rosario se transformó en activista, luego de la desaparición de su hijo, Jesús Piedra Ibarra, presunto miembro de la citada Liga Comunista.
Jesús se borró de la faz de la tierra luego del asesinato, en Monterrey, del policía Guillermo Villarreal. Era la época de la llamada “guerra sucia” y el asesinato de Garza Sada había enrarecido el ambiente.
*El juez Juan Carlos Guzmán no pudo aguantar las presiones de la 4T. Revocó ayer una de las suspensiones definitivas que tenía la construcción del aeropuerto de Santa Lucía que, si se llega a construir, debería llamarse algún día “Andrés Manuel López Obrador” .
El colectivo #NoMásDerroches, autor de decenas de amparos contra el AISL, solicitó a la SCJN que se haga cargo de resolver el asunto, ante las presiones del Ejecutivo y la volatilidad en las decisiones de jueces y magistrados.
No admite que un aeropuerto que recibirá millones de pasajeros al año se construya sin estudios en materia de seguridad aérea, factibilidad aeronáutica; costo-beneficio… Información Excelsior.com.mx