Por Enrique Aranda
A la vista de lo ocurrido en el periodo vacacional que concluimos hoy, las presidenciales del próximo julio tendrán como sus principales protagonistas a tres candidatos partidistas, aliancistas todos, electos de manera esencialmente antidemocrática y dos, tres independientes quizá que, en su caso, podrán presumir haber recibido ya el apoyo explícito de cuando menos el 1% del padrón en, al menos también, la mayoría (17) de las entidades del país.
Tres aspirantes impuestos o autodesignados pues y, en el mejor de los casos, otros tantos que, a su paso hacia la boleta electoral, habrán tenido que concurrir ante la sociedad, una parte de ella sin duda, en busca de su inicial aprobación, de su aval para competir.
O, permítaseme preguntar: ¿Existe alguien para quien no esté claro que si José Antonio Meade Kuribreña va a representar a priistas, verdes y neo-aliancistas en la boleta electoral, ello será así merced a la decisión que, de manera personalísima, tomó en tal sentido el presidente Enrique Peña Nieto? o, en la esquina contraria, ¿duda alguien que en la selección de Andrés Manuel López Obrador como representante de la coalición suscrita por Morena y el (impresentable) PT con el partido-secta, Encuentro Social, la única voluntad que valió fue, precisamente, la del favorecido por ella?
En el caso de la otrora derecha partidista, PAN, amancebado ahora con amarillos y naranjas, lo ocurrido en las dos últimas semanas no hace sino confirmar lo dicho, puesto que, si bien Acción Nacional —¡aunque parezca increíble y haya aún quien lo crea!— presume estar viviendo un “singular y democrático proceso de elección interna…” que, sobran evidencias, no es más que una burda puesta en escena orientada a validar la autoimposición de Ricardo Anaya como candidato presidencial, primero del blanquiazul , y luego del antinatural engendro suscrito con PRD y MC.
El anunciado retiro del excanciller Luis Ernesto Derbez, y del exgobernador Juan Carlos Romero Hicks del citado proceso, alegando “falta de condiciones democráticas (mínimas) y transparencia…”, y del senador Ernesto Ruffo —“más explicable por razones imputables a la pasión (¿política?) que a la razón”, a decir de los suyos”—, o la “cuidada” marcha atrás de Rafael Moreno Valle, con la supuesta intención de garantizarse el derecho a designar a quien encabezará a la alianza partidista, nunca ciudadana, en la puja por el gobierno su natal Puebla, exhiben la falsedad de un ejercicio que, aún el próximo fin de semana vivirá una etapa más, cuando el Consejo Nacional panista apruebe una plataforma electoral que, al menos en lo que refiere a la campaña por la Presidencia, será dejada de lado…
En contraste, insistamos, tres aspirantes no partidistas con posibilidades reales de aparecer en la boleta: la exblanquiazul (aunque más panista-panista que Anaya, sin lugar a dudas) Margarita Zavala, el cuestionado regio (más priista que Meade) Jaime Rodríguez y, muy probablemente, el guerrerense experredista (más honesto y respetable que el ahora “frentista” Ángel Aguirre Rivero, a no dudarlo) Armando Ríos Piter.
Paradójico escenario éste donde, por más extremo que parezca, la contienda se augura entre tres aparatos partidistas liderados por candidatos electos antidemocráticamente y otros tantos independientes catapultados a la boleta con el aval y un relativo, aunque ciertamente incuestionable, apoyo popular. ¿O no?…
ASTERISCOS
* Singular, sin duda, la manera de hacer campaña en pos del gobierno capitalino de Mikel Arriola, quien ayer, junto con vecinos y delegados, recogió una tonelada de basura y dos más de escombros en un paraje del Ajusco y, después, aprovechó para evidenciar que la morena Claudia Sheinbaum dejó la zona convertida en un auténtico muladar que el precandidato tricolor ofreció rescatar en beneficio de la ciudadanía, ciclistas, ejidatarios y turistas…
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx