WASHINGTON.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció ayer a Jerusalén como la capital de Israel, una decisión histórica que rompe con décadas de diplomacia estadunidense y amenaza con desencadenar una escalada de violencia en Oriente Medio.
Los israelíes y los palestinos reaccionaron en formas completamente distintas. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, calificó el anuncio de “día histórico” y “paso importante hacia la paz”, y los líderes de la oposición en el país opinaron igual.
Pero el presidente palestino, Mahmud Abbas, dijo que el cambio ordenado por Trump le sirve a los grupos extremistas que desean una guerra religiosa, y marca el retiro de Estados Unidos de su función como mediador por la paz, mientras que Hamas, el movimiento islamista palestino que controla la Franja de Gaza, dijo que Trump “abrió las puertas del infierno”.
Algunos manifestantes en Gaza quemaron fotos de Trump y banderas estadunidenses e israelíes, mientras estallaron enfrentamientos relativamente pequeños cerca de la ciudad de Hebrón en Cisjordania. Los palestinos convocaron a tres días de protestas, o “días de furia”.
En un discurso ofrecido en la Casa Blanca, Trump insistió en que, después de repetidos fracasos en los procesos de paz, ya es hora de intentar un nuevo enfoque.
Dijo también que trasladará su embajada a Jerusalén, aunque no estableció fecha, pero el Departamento de Estado empezará de inmediato los preparativos.
SOLUCIÓN DE
DOS ESTADOS
Trump quiso contener el impacto negativo de su decisión con dos afirmaciones: la primera, una promesa de que su anuncio no impedirá que las fronteras definitivas de Jerusalén puedan definirse mediante negociaciones.
El mandatario llamó “a todas las partes a mantener el status quo en los lugares sagrados de Jerusalén, incluida Explanada de las Mezquitas, situada en la parte palestina.
En segundo lugar, Trump cambió la postura sobre el proceso de paz que había expresado en febrero, cuando dijo que podría aceptar una solución “de un Estado” al conflicto.
EU apoyará una solución de dos Estados si eso es lo que acuerdan las dos partes”, garantizó ayer.
Trump actuó bajo una ley de 1995 que exige el traslado de la embajada de EU a Jerusalén. Sus predecesores Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama habían aplazado la decisión para evitar tensiones en la región.
RECOMPENSA PARA WASHINGTON
La afirmación de Trump de que Jerusalén es la capital de Israel es una poderosa declaración simbólica sobre una ciudad que alberga muchos de los lugares más sagrados.
EU nunca ha respaldado el reclamo de soberanía del Estado judío sobre ninguna parte de Jerusalén, y ve el futuro de la ciudad vinculado al “acuerdo del siglo” entre israelíes y los palestinos que Trump cree puede alcanzar.
Además de su yerno y asesor, Jared Kushner, en los últimos meses el mandatario ha enviado a otros altos emisarios a la región con la esperanza de impulsar negociaciones.
El mandatario estadunidense describió su declaración como un reconocimiento a la realidad de que la mayor parte del gobierno de Israel ya opera desde la ciudad, e insinuó que el aliado estadunidense debería ser recompensado por crear una democracia exitosa en la que gente de todos los credos es libre de vivir.
LA HISTÓRICA JERUSALÉN ES EL CENTRO DE LOS CONFLICTOS
Jerusalén, como capital de Israel, recuerda el estatuto único de esta ciudad santa para cristianos, judíos y musulmanes, en el centro de uno de los conflictos más largos del planeta. La ciudad cobija en la parte vieja varios lugares santos como la Explanada de las Mezquitas, llamada Haram al Sharif (el noble santuario) por los árabes y Monte del Templo por los judíos.
Es el tercer lugar santo del islam. Según la tradición musulmana, es el santuario más lejano que el profeta Mahoma haya visitado. El emblemático Domo de la Roca, con su cúpula dorada, se sitúa en el lugar desde donde, según la creencia musulmana, el profeta ascendió a los cielos en ancas de su yegua alada. Se llama así por la Mezquita Al-Aqsa, que se encuentra en el sitio. También es el sitio más sagrado para los judíos por ser el lugar donde se erigía su templo.
Además, en el Casco Viejo está El Muro de los Lamentos, último vestigio del Segundo Templo judío destruido en el año 70 d.C por los romanos. Es el sitio más sagrado en el que los judíos pueden rezar y el santuario más importante del cristianismo, construido en el lugar donde, según la tradición, Jesús fue crucificado.
Sin embargo, la línea que aviva las llamas del conflicto es que los judíos consideran a Jerusalén como su capital histórica desde hace más de tres mil años por razones religiosas y políticas. Los palestinos reivindican Jerusalén Este, donde son mayoritarios, como la capital de su futuro Estado.
Jerusalén Este, bajo control de Jordania, fue conquistada por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967 y luego anexada. Para Israel la ciudad fue “reunificada”. Una ley la definió en 1980 como capital “eterna e indivisible” de Israel. Información Excelsior.com.mx