Por Francisco Garfias
En su afán por convencer que el respeto mutuo es la base de la “muy buena relación con el gobierno de Estados Unidos”, el presidente López Obrador proyectó en la mañanera, no sin cierta fascinación, un video con el discurso de Donald Trump en la ONU.
“A ver. ¿Quién habla inglés? Que nos haga el favor… ¿Lo tienes?” Preguntó el Presidente. “¡Ésa es la parte que me interesa!”, dijo, apenas localizó lo que le interesaba difundir.
En pantalla se veía al apóstol de la supremacía blanca, el hombre que llamó a los mexicanos “violadores” y “criminales”, el que amenazó con aranceles… Le dieron play y lo escuchamos hablar de migración y de México:
“Me gustaría agradecer al presidente López Obrador por la gran cooperación que estamos recibiendo, y también por colocar 27 mil efectivos en nuestra frontera meridional. México nos está mostrando un gran respeto y yo los respeto igualmente…”, dijo, según traducción de Presidencia.
El asunto se derivó de una pregunta sobre las declaraciones del secretario de Estado Adjunto, Richard Glenn, en el sentido de que le preocupaban los hechos de Culiacán y que debía haber más cooperación en la materia.
No le gustó a AMLO: “Una golondrina no hace verano. La opinión del presidente Trump ha sido de respeto hacia México, así lo externó en la ONU, habló de respeto mutuo. Sí hace falta la cooperación, pero con respeto a la soberanía de cada país. No deben funcionarios de otros países opinar sobre asuntos internos. Es hasta de mal gusto hacerlo”, puntualizó.
* Mal haría el presidente López Obrador en mantener lo que el clásico Zedillo llamaba “sana distancia” con Morena, según “garganta guinda”.
El partido que lo postuló para la Presidencia atraviesa por la crisis más profunda desde que se fundó en octubre del 2011.
Hay quien opina —y no es menor— que la estabilidad de su gobierno se pondría en juego si las divisiones que hoy afloran llevaran a una fractura interna. “Le puede pegar más que lo de Culiacán”, advirtió la fuente.
Y es que los distintos grupos que integran Morena —eso que los perredistas llamaban corrientes— se dan con todo para quedarse con el partido. Hay cuatro aspirantes en liza que representan a otros tantos grupos: Yeidckol, Mario Delgado, Bertha Yáñez, Alejandro Rojas.
Violencia y el desorden que ha caracterizado a las asambleas distritales —hasta balazos ha habido— al grado de que se pospuso la convocatoria para el Congreso Nacional hasta tener un padrón confiable.
Vienen tiempos cruciales. Hay que estar unidos. En el 2021 habrá elecciones intermedias y se jugarán 14 gubernaturas. En el 2022 se llevaría a cabo la consulta para revocación de mandato.
Hoy prevalece la división. Ayer mismo, en San Lázaro, la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, reveló que diez superdelegados de Morena, que aspiran a otras tantas gubernaturas, son investigados por supuesto uso irregular de los programas sociales.
Hay voces que se alzan para pedirle a AMLO que ponga orden en Morena, pero él no quiere meterse.
Una de ellas es la del senador michoacano Cristóbal Arias. Nos dijo: “Andrés Manuel debe poner orden. No quiero decir, se oye feo, que él sea el primer morenista de la nación. Por el peso político y la autoridad moral que tiene, aun cuando ha dicho que no se va a meter, no debe sustraerse a esta situación. Es deseable que ayude a que el partido salga de esta crisis. No debemos correr el riesgo de que se perredice Morena”, puntualizó.
* En los corrillos del Senado colocan a José de Jesús Orozco como favorito para suceder a Luis Raúl González Pérez al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Unos dicen que es candidato de Monreal. Otros, que representa la “continuidad”. Total que figurar como el más viable sucesor en poco le ayuda para sus propósitos.
Ya circula información de que Orozco es uno de los siete magistrados del Tribunal Electoral que en el 2006 declararon el triunfo de Felipe Calderón en las elecciones presidenciales de ese año. Y eso sí calienta. Información Excelsior.com.mx