Por
Dos eventos que ocurrieron la semana pasada definieron el resultado de la próxima elección presidencial estadounidense.
El primero fue la conferencia de prensa que el presidente Joe Biden ofreció el jueves pasado para tratar de disipar las dudas sobre su agudeza mental surgidas después de su terrible desempeño en el debate con Trump dos semanas antes. Las encuestas señalan que no logró convencer a la mayoría de los estadounidenses sobre su capacidad para enfrentar los desafíos de la presidencia a sus 81 años.
El segundo fue el atentado contra la vida de Donald Trump, el sábado pasado en Butler, Pennsylvania. La bala disparada desde un rifle AR-15 por un hombre de 20 años, que tenía como destino la cabeza del expresidente, fue desviada por un viento que soplaba a 8 kilómetros por hora. El proyectil se desvió 5 centímetros a la derecha, logrando solo rozar su oreja derecha, causando una herida que ensangrentó parte de su cara.
El Biden que vi en la conferencia de prensa se mostró nuevamente dubitativo, tartamudeante y frágil.
El Trump que vi, rodeado por guardaespaldas, lejos de parecer intimidado por lo que le había ocurrido, se mostró desafiante al levantar su puño y gritar ¡”fight, fight!” (¡peleen, peleen!) a sus seguidores, quienes de inmediato lo vitorearon.
El frustrado asesinato podría terminar con los virtuales empates entre él y Biden en casi todas las encuestas. Recordemos que en abril de 1981, después de que lo trataron de asesinar, el índice de aprobación de Ronald Reagan aumentó entre 8 y 11 puntos, alcanzando casi el 70% en varias encuestas. Este aumento se atribuyó a la conducta tranquila y resiliente de Reagan durante y después del atentado, lo que le granjeó la admiración de muchos estadounidenses y ayudó a solidificar su imagen como un líder fuerte. Trump proyectó lo mismo. Además, su imagen con su puño en alto vale mucho más que cualquier mensaje propagandístico.
Si Trump gana la presidencia, las relaciones entre EEUU y México sufrirán cambios significativos. La política migratoria se volverá más agresiva y Trump ejercerá una fuerte presión sobre nuestro país para frenar los flujos migratorios. Es muy probable que impulse una construcción más extensa del muro fronterizo y aplique medidas más estrictas para impedir el paso de migrantes a EEUU y acelerar su expulsión del país. Podría volver a amenazar al gobierno mexicano con medidas económicas como aranceles si éste no cumple con sus exigencias.
Las tendencias proteccionistas de Trump podrían crear incertidumbre en la relación económica. El proceso de revisión del T-MEC en 2026 podría volverse más contencioso y poner en peligro su futuro.
Trump probablemente utilizará una estrategia más agresiva para combatir los cárteles de la droga e incluso podría ordenar una intervención armada en México.
En respuesta a sus agresiones reales o percibidas, el gobierno de Claudia Sheinbaum podría adoptar una postura más nacionalista, lo que reduciría la cooperación en varios asuntos.
En resumen, una presidencia de Trump probablemente hará que la relación EEUU-México sea más turbulenta e impredecible, con mayor presión sobre nuestro gobierno en temas de inmigración y seguridad, y una posible inestabilidad económica debido a las incertidumbres comerciales.
Twitter: @ruizhealy
Facebook: Eduardo J Ruiz-Healy
Instagram: ruizhealy
Sitio: ruizhealytimes.com
Información Radio Fórmula