Por Enrique Aranda
Más allá de lo que prácticamente todos avanzamos, Andrés Manuel López Obrador será el próximo titular del Ejecutivo a nivel federal y, más, el dirigente de un movimiento, Morena, cuyos liderazgos y candidatos, en especial a nivel estatal, sorprendieron a más de uno al construir resultados —preliminares todos aún— que, en conjunto, dieron forma a un auténtico vendaval moreno.
Un auténtico vendaval porque, cuatro años escasos después de recibir registro como partido político nacional, el lopezobradorismo consigue hacerse con la Presidencia, como se preveía, insistamos, pero, más allá, con al menos cinco, cuando no seis de los nueve gobiernos estatales en juego y, en un primer momento, al menos, hacerse con la mayoría de las posiciones en el Congreso de la Unión, en el Senado y la Cámara de Diputados.
Y esto, independientemente a que la confirmación del triunfo de Morena en Tabasco, Chiapas, Morelos, Ciudad de México y, eventualmente, las ventajas reales o supuestas de que ayer se hablaba en Veracruz y Puebla forzará el inicio, al menos, de la transformación de fondo del sistema político mexicano e, insistamos, del actual sistema de partidos o, si se prefiere, de las otrora principales fuerzas partidistas: el Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) de manera relevante e, incluso, de la Revolución Democrática (PRD), Movimiento Ciudadano (MC), Encuentro Social (PES) y lo que hasta ahora hemos identificado como la chiquillería en permanente oferta al mejor postor.
A la vista entonces, de los primeros resultados de la histórica jornada comicial, de ayer domingo en que, en principio insistamos, podría haberse dado la más alta participación, parecería necesario asumir el surgimiento de una nueva fuerza político-partidistas dominante y, aparejado a ello, el triunfo del reiteradamente mencionado hartazgo social en contra de los gobiernos y de los políticos tradicionales y pragmáticos caracterizados, con sus muy honrosas excepciones, por su ineficacia en la solución de los principales problemas del país y, al parecer, por su incontrolable vinculación a corrupción e impunidad.
Hoy, por lo pronto, habría que destacar, los primeros resultados avalan la referencia a un auténtico vendaval moreno que, si bien se veía venir en lo que a un candidato presidencial refiere, el propio López Obrador, no deja de llamar la atención en virtud de su amplitud y extensión a nivel territorial e, igualmente, por lo que supone en relación al posicionamiento político e ideológico de fondo la sociedad mexicana en su conjunto.
La puerta al cambio entonces ya está abierta. Veamos (con atención) hacia dónde es que nos conduce…
ASTERISCOS
* Evidencia de su indiscutible estatura moral, la decisión del priista-ciudadano José Antonio Meade Kuribreña de adelantarse en reconocer que las tendencias de la votación no le eran favorables y reconocer y felicitar a quien él mismo identificó como ganador… antes aún que el mismísimo Lorenzo Córdova Vianello, presidente del Instituto Nacional Electoral (INE)…
*Luego, poco más de media hora después y tras haber establecido comunicación telefónica con él, Ricardo Anaya Cortés que, vale destacar, no omitió volver a enderezar su discurso en contra del gobierno federal y del presidente Enrique Peña Nieto que, reiteró, utilizó de manera facciosa a la Procuraduría General de la República (PGR) para perseguirle y atacarle…
* Arropada por el ahora anayista Emilio Álvarez Icaza, la criticada exdelegada Xóchitl Gálvez y los líderes locales de PRD y PAN, Raúl Flores y Mauricio Tabe, entre otros, la (derrotada) candidata de Por la Ciudad de México al Frente, Alejandra Barrales Magdaleno eligió el corazón de la nada populosa colonia Del Valle para iniciar sus actividades dominicales. ¡Vaya decisión!
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx