Por: José Rubinstein
Veamos: Siria enfrenta una cruenta guerra civil desde hace seis años. En 2013 el presidente Bashar al-Assad accedió a destruir las letales y globalmente prohibidas armas químicas almacenadas por su régimen en la base aérea de Shayrat. El pasado 4 de abril, precisamente desde Shayrat, despegó una aeronave que arrojó gas sarín en dos ocasiones sobre Khan Sheikhoun, ciudad controlada por fuerzas rebeldes, ocasionando 84 terribles muertes, dejando centenas de heridos y de afectados. En respuesta, tres días después, dos destructores de la Marina de Estados Unidos lanzaron 59 misiles Tomahawk sobre la mencionada base aérea. La comunidad internacional, en su mayoría, opuesta al uso de armas químicas, ha apoyado las acciones de Estados Unidos contra Siria. No es el caso de Rusia, aliada y sostén de Al-Assad en el poder, país que manifestó que se trató de una agresión activa que viola las normas internacionales, basada en una “premisa inventada”, causando un significativo daño a las relaciones entre Washington y Moscú. Asimismo, Irán condenó el bombardeo, al igual que China, que ilusamente aún considera posible una pacífica solución al conflicto. Centro de Coordinación de la Operación Conjunta de Rusia, Irán y fuerzas aliadas, como el Hezbolá libanés: “La ofensiva contra Siria sobrepasa todas las líneas rojas. A partir de ahora vamos a reaccionar con fuerza a cualquier agresión, sin importar de dónde venga. Estados Unidos conoce perfectamente nuestra capacidad de reacción”.
La nación considerada tanto por demócratas como por republicanos como mayor enemigo en todos los aspectos de Estados Unidos, es la hermética y misteriosa Corea del Norte, próxima a lanzar su sexta prueba nuclear. Dadas las actuales circunstancias y en tanto Trump decide la forma de “terminar con esa amenaza contra el pueblo estadunidense y contra nuestros aliados y socios en la región”, el portaviones USS Carl Vinson, como medida preventiva, ha sido estacionado en aguas cercanas a la península coreana. Pyongyang —o sea, Corea del Norte— sostiene que su “defensivo” programa nuclear responde al ataque que desde hace tiempo Estados Unidos prepara en su contra: “La República Democrática Popular de Corea está preparada para reaccionar a cualquier forma de guerra deseada por Estados Unidos”.
Es en esta tesitura que arribó a Moscú el secretario de Estado, Rex Tillerson, con un ultimátum para Putin: elegir entre Bashar al-Assad e Irán o una firme alianza con Occidente, enfatizando que para Estados Unidos la salida de Al-Assad no es negociable.
La visita de Tillerson dejó mucho qué desear. El respaldo del Kremlin al presidente sirio permanece inalterable, “no nos pongan en la falsa disyuntiva de estar con nosotros o contra ustedes… la relación bilateral está en el peor momento de la Guerra Fría”. Al tiempo que, aparentemente, Rusia convino en respaldar una investigación en territorio sirio a cargo de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, vetó un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que intentaba investigar el ataque con armas químicas atribuidas a las fuerzas de Al-Assad.
En posterior entrevista televisiva, Putin opinó que, con respecto a la relación con Washington, la confianza a nivel trabajo, sobre todo en el ámbito militar, no ha mejorado, sino que más bien se ha deteriorado. En referencia a Estados Unidos, los voceros rusos coincidieron en que se trata del país más impredecible del mundo. El secretario de Estado, Tillerson, declaró: “Hay un bajo nivel de confianza entre nuestras naciones. Las dos mayores potencias del mundo no pueden tener este tipo de relación”. Por su lado, Donald Trump, en conferencia de prensa conjunta con el secretario general de la OTAN, afirmó que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos están en su punto más bajo. Calificó a Al-Assad de carnicero y respaldó a la OTAN —¿por fin, ya no es obsoleta?—, cuya presencia militar se ha venido incrementando junto a la frontera rusa.
Por lo pronto, queda en duda la supuesta colaboración rusa en favor del entonces candidato Trump en las selecciones presidenciales. ¿Acaso podría tratarse de un montaje para descartar tal teoría?
Sorpresivamente, ayer, Estados Unidos lanzó su más poderosa bomba no nuclear, MOAB, en Afganistán.
Soplan vientos de guerra.
Información Excelsior.com.mx