Por Pascal Beltrán del Rio
Cuando usted lea estas líneas, acabará de dar inicio –dada la diferencia de horario– el XIX Congreso del Partido Comunista Chino (PCC).
Dos mil 287 delegados están congregados en Pekín para una reunión de la élite política de la República Popular China que se celebra cada lustro.
De acuerdo con los lineamientos de la IV Constitución del país, promulgada en 1983, cada cinco años se renueva el cargo de Presidente de la nación, que puede optar por una sola reelección. En 2012, con motivo de un Congreso similar, ascendió al poder el actual mandatario chino, Xi Jinping.
Xi sucedió a Hu Jintao, quien a su vez relevó Jiang Zemin. Tanto Hu como Jiang duraron diez años en el cargo, el máximo que permite la Constitución.
En el régimen de partido único de la República Popular China, el Presidente es simultáneamente secretario general del PCC y jefe de las Fuerzas Armadas.
Todo mundo da por sentado que Xi continuará por el siguiente lustro como la figura de mayor poder de la principal economía del mundo (según el FMI y el Banco Mundial, China desplazó de esa posición a Estados Unidos en diciembre de 2016).
Lo que dejará claro el XIX Congreso del PCC es si Xi buscará extender su poder más allá de marzo de 2023, cuando formalmente termine su encargo.
Algunos especialistas estiman que el XX Congreso, en el otoño de 2022, podría mantener a Xi como líder del partido y de la Comisión Militar, con lo que el actual presidente retendría el poder real, aunque la Presidencia la ocupe otro.
De ser el caso, Xi gobernaría de facto el país, igual que lo hizo Deng Xiaoping, el creador de la China moderna, entre 1978 y 1989.
Sin adelantar vísperas, Xi llega a la apertura del XIX Congreso como una de las figuras más poderosas en la historia moderna del país.
Durante su primer periodo ha fortalecido las capacidades militares de China al tiempo que ha emprendido una campaña para sacar de la pobreza a decenas de millones de sus conciudadanos.
En meses recientes, los medios estatales han impulsado la imagen del Presidente, enfatizando sus habilidades como líder en sectores como la alta tecnología y la protección al ambiente.
Pero más allá de ese culto a la personalidad, el retraimiento de Estados Unidos en el escenario internacional –que se ha hecho aún más evidente con la elección de Donald Trump para ocupar la Casa Blanca– ha permitido a Xi consolidar su poder dentro y fuera de su país.
Los observadores estarán escudriñando el discurso con el que el presidente Xi Jinping inaugurará los trabajos del XIX Congreso, en el que seguramente hablará de los logros de su primer periodo y delineará sus objetivos para el siguiente lustro.
Pero, sobre todo, estarán pendientes de la integración del Comité Central del PCC (de 205 miembros), del Politburó (de 25 integrantes) y del muy poderoso Comité Permanente.
Éste está integrado por sólo siete personas, de las cuales una es el presidente Xi Jinping y la otra, el primer ministro Li Keqiang.
Por tradición, se espera que los otros cinco miembros sean relevados atendiendo a una regla no escrita de que los altos funcionarios del gobierno se retiren a los 68 años de edad.
El dato que los especialistas esperan conocer es si se permite que Wang Qishan, exalcalde de Pekín y un aliado clave de Xi, permanece como miembro del Comité Permanente, aunque ya tenga 69 años.
El que Wang se mantenga en el grupo dirigente, afirman algunos especialistas, será una señal inequívoca de que Xi piensa permanecer en el mando más allá del siguiente quinquenio.
Después de apenas un lustro de haber subido al poder, el liderazgo de Xi es sólo comparable con el de Deng Xiaoping y Mao Tse-Tung. En estos tiempos de incertidumbre, China parece optar por la continuidad.
Buscapiés
Cuchicheos. Durante la reunión que sostuvo ayer en Los Pinos con medio centenar de informadores, al presidente Enrique Peña Nieto le preguntaron quién era “más peligroso”, si Ricardo Anaya o Andrés Manuel López Obrador. Mientras el mandatario explicaba que no era su deseo estigmatizar a algún opositor, la usualmente discreta secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, bromeó sobre uno de sus compañeros de gabinete, también presente en el salón Adolfo López Mateos. Más de uno escuchó el susurro: “Pepe Narro, él es el más peligroso”.
Información Excelsior.com.mx