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¿Y cuando se vaya Peña, quién va a ser el jefe del PRI?

Por Francisco Garfias

La percepción que alimenta la oposición para descalificar a José Antonio Meade es que su campaña no levanta; que está nervioso. Hasta le recomienda al PRI cambiarlo. Ya le encontraron sucesor: Aurelio Nuño.

Son ataques poco creativos y cero congruentes: si López Obrador y Anaya lo ven tan malo como candidato, ¿para qué piden cambiarlo?

Eso no quita valor a la estrategia de precampaña de Andrés Manuel. Es más inteligente, más alegre, más perversa que la de Anaya.

El panista intenta ser chistoso cuando dice que Meade es como la Semana Santa “porque no sabemos si cae en marzo o en abril”. No le queda la ironía.

El de Morena revierte los ataques. Se mofa de ellos, se divierte. Lejos, muy lejos del “¡cállate, chachalaca!” del 2006. Aprendió luego de 18 años en campaña.

La forma como reviró a lo de Andrés Manuelovich es de llamar la atención. Grabar un video en el muelle del Puerto de Veracruz para decir que está esperando el submarino que le va a traer el oro de Moscú hasta Meade lo celebró. Lo sabemos.

AMLO ha sido más pragmático que nunca. No le pone peros a nadie que se le quiera unir. “El que no esté contento, jálese para acá”, repite.

En alguna mesa se comentó que el candidato de la coalición Por México al Frente le ha apostado a una semifinal entre él y Meade, con la idea de que el que gane va contra Andrés y sale victorioso.
Me consta —en charlas con el propio Ricardo Anaya— la importancia que el panista le da a posicionarse en segundo lugar y aprovechar el voto útil.

Error. El militante priista nunca va a votar por el PAN. Está más cerca de López Obrador.

En la trinchera del PRI no han evaluado con precisión el estado de ánimo de la militancia. Algún ideólogo del tricolor nos dijo que en el cuarto de guerra de Meade confunden tiempo de espera con aceptación. Presumen que nadie ha abandonado el otrora partidazo, a pesar de que el candidato no milita en el tricolor.
Pero la hora de la verdad no ha llegado. Hay que esperar la lista de candidatos. Los de mayoría salen en febrero. Los de representación proporcional, en marzo. Allí veremos el tamaño de la inconformidad. El priista que no se vea en las listas o hace huelga de brazos caídos o se va con Andrés. Según la fuente.

Otra pregunta, ¿cuando se vaya Peña Nieto, quién va a ser el jefe del PRI? ¿Quién va a hacer la operación cicatriz al interior de la agrupación política? José Antonio Meade no puede. No es militante ni quiere serlo.

Los priistas no aceptan la figura de candidato simpatizante. No les han explicado por qué deben aceptarla. “La soberbia es mucha” , nos dijo el ideólogo.

No se necesita ser bravucón, fajador y descalificar al adversario para tener éxito en una campaña electoral. José Antonio Meade ya lo entendió, a juzgar por su último spot. Dejó de ser el candidato que descalifica a López Obrador por no pagar impuestos; el que acusa a Javier Corral de torturador.
El tono conciliador que adoptó es el que le va bien. El trancazo no es lo suyo. No es un fajador. Sus virtudes son otras: la experiencia, la capacidad, la racionalidad, la tranquilidad.

El nuevo promocional de Meade me recordó la campaña que llevó a François Mitterrand al Palacio del Elíseo, en 1981, bajo el eslogan de La Fuerza Tranquila. Fue emblema de una campaña victoriosa que prevaleció toda una generación.

Dice Meade en el spot:

“La gente está harta de lo que está pasando en las precampañas. Que López Obrador es un peligro; que Anaya traiciona; que los independientes no lo son tanto; que si no soy del PRI, pero soy su candidato.

“Yo conozco gente valiosa en todos los partidos y en la sociedad. Llevo 20 años trabajando con ellos.

“¿Y sabes qué? Hay más gente buena que mala. Éste es un gran país y si seguimos dividiendo no vamos a avanzar. Pero hay una cosa que nos une: las ganas de trabajar para que nos vaya bien”.

Por allí es. Apostarle a la unidad.

Otro que nos sorprendió con su último promocional es Ricardo Anaya. El candidato de la coalición Por México al Frente se montó en el éxito que tuvo el niño huichol Yuawi López, de 9 años, con la tonadita de Movimiento Naranja para ganar votos.
El panista aparece, guitarra en mano y ataviado con una camisa estilo indígena, junto al pequeño. En el fondo, un lago, las montañas, el campo y el trío que acompaña la pegajosa tonadita.

“¡Na, na, na, na, na! ¡Na, na, na, na, na! ¡Movimiento Naranja..!”

Sin comentarios

La imagen de Raymundo Ruiz la vimos en el portal de Proceso: Javier Corral al frente de la Marcha por la Dignidad del Pueblo de Chihuahua, con la bandera nacional en las manos. El título de la nota de Patricia Mayorga: “Si no gana Anaya, estaría contento con López Obrador…”.
¿Qué pensaría el Joven Maravilla de esas palabras? ¿No me ayudes, compadre? Son Preguntas.

www.elarsenal.net

http://panchogarfias.blogspot.com

Información Excelsior.com.mx

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