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Ya se asoma La Realidad; dicen que viene a cobrar

Por Ángel Verdugo

Hoy es el primer día de lo que suelo llamar Los Días de la Cruda Realidad. Este periodo, venerado y seguido por decenas de millones de mexicanos, es una de las pruebas más claras e irrefutables de por qué México y todos nosotros, estamos como estamos y somos como somos.

Si bien para aquellos el periodo que hemos dado en llamar Lupe-Reyes (en una falta de respeto a dos de las más veneradas tradiciones mexicanas), es un continuo de ilusión tras ilusión y sueños irrealizables, pero para no pocos estudiosos de la realidad mexicana, es algo terrenal y concreto.

Aclaro, por si hiciere falta, que ni por accidente soy de la idea de pensar que hacerse ilusiones o soñar, es negativo; además, ya lo dijo con su voz de pito hace algunos años en San Lázaro ese personaje modélico para la casi totalidad de los seguidores de López, El Señor de las Ligas: Nadie me quitará el derecho de soñar. Comparto su convicción en cuanto a soñar se refiere. Volvamos pues a lo terreno.

Pienso que para nadie es un secreto que nuestro país se encuentre hoy, lo aceptemos o no, en la antesala de un periodo de toma de decisiones las cuales serán, por decir lo menos, expresión de compromiso ciudadano. Lo que decenas de millones de mexicanos
—conscientes del valor de la emisión pacífica y legal del voto— harán el 1 de julio del año próximo será, no tengo duda —a diferencia de otras elecciones presidenciales—, algo que irá más allá del apoyo a éste o aquel candidato o partido.

Si usted hubiese votado en las anteriores elecciones, estará de acuerdo conmigo en lo siguiente: una vez emitido el voto, sin preocupación o interés alguno regresaba a su rutina diaria sin prestar atención a lo que había hecho, y menos al compromiso ciudadano adquirido al votar por uno u otro partido o si lo prefiere, por uno u otro candidato.

Esta vez, estoy convencido, no podremos desentendernos con la misma facilidad que lo hemos hecho en elecciones anteriores, del compromiso contraído. Las consecuencias de lo que significaría haber votado por uno u otro candidato o partido el 1 de julio del año próximo, no nos dejarán ir tan fácilmente como ayer. Las razones, son varias.

Básicamente tienen que ver éstas, con el nivel de tensión a que nos ha llevado un conjunto de problemas que, a querer y aceptar o no, estos inciden negativamente en la conducción económica, y en el quehacer político al que por desgracia nos hemos acostumbrado desde hace decenios.

¿Quién podría afirmar, que la visión que los gobernantes han tenido de la gobernación y llevado a la práctica —por lo menos— desde el año 2000, es la que México requiere para los próximos años con miras, si no a resolver los grandes y graves problemas estructurales, al menos para sentar las bases de su solución?

¿Quién se atrevería a afirmar, que la inseguridad y la impunidad con la que actúan, sistemática y permanentemente los delincuentes —convertidos en dueños y amos absolutos de partes no pequeñas del territorio nacional—, las detendremos primero y luego combatiríamos con la obligada eficacia, con las mismas medidas tomadas a la fecha?

¿Quién podría asegurar que las prácticas corruptas, de funcionarios y particulares, se desterrarían utilizando la maraña —imposible de desenredar— de leyes y reglamentos que a la fecha han probado ser todo, menos eficaces? ¿Y el dispendio de recursos? ¿Y la ineficiencia generalizada del gasto público?

Podríamos seguir indefinidamente preguntando y al final, cansados de tanto preguntar, la conclusión sería: Eso que vemos asomarse es La Realidad, que viene a cobrarnos facturas pendientes de pago desde hace decenios.

¿Piensa entonces que, con sólo emitir el voto el 1 de julio podríamos —tal y como hemos hecho tantas veces—, ignorar nuestro compromiso como ciudadanos?

Y para usted, ¿quién sería y por qué, el adecuado para encabezar ese gran esfuerzo?

Información Excelsior.com.mx

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