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Yamal, la edad y la pelota

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Lamine Yamal, un joven de 16 años nacido en Barcelona, hijo de un marroquí y una ecuatoguineana, tomó el balón al borde del área después de un rebote. Era el minuto 19 y la selección de España iba perdiendo por un gol ante Francia en la Eurocopa. Frente a Yamal, buscando quitarle el balón, estaba Adrien Rabiot, jugador de la Juventus de 29 años que quiso ponerlo nervioso desde la previa: “si quiere llegar a la final tendrá que hacer más cosas que las que ha hecho hasta ahora”, comentó.

Como si se tratara de un juego en el patio del colegio, Yamal fintó a Rabiot con ir hacia la derecha para en realidad recortar hacia la izquierda; luego, con un elegante gesto técnico, golpeó el balón con dirección al poste derecho de un arquero que por más que se estiró no pudo hacer nada. Gol. Yamal se convirtió en el jugador más joven en marcar en una Eurocopa y dejó sin palabras a un hablador profesional como Rabiot.

El reloj de la vida corre distinto en el fútbol. Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, quienes dominaron el balompié por años, ya no son súper héroes, se les nota lentos y cansados, como si estuvieran viejos, aunque no lo estén, o al menos no lo están para la vida común y corriente. Cristiano tiene 39 años y Messi 37. Si se dedicaran a otra cosa serían hombres jóvenes, pero son futbolistas, y por eso consideramos que a esa edad ya están viejos y acabados.

Yamal, por otra parte, a sus 16 años no es una promesa ni un jugador de selección juvenil, es un hombre que destaca al máximo nivel de competencia. ¿Cómo lidia un joven de esa edad con la presión, con los reflectores y con las expectativas de patrocinadores, medios de comunicación y millones de personas? Cualquier otra persona a esa edad estaría estudiando, divirtiéndose con sus amigos o lidiando con lo que significa crecer. Pero él no, Yamal es futbolista y consideramos que a esa edad ya puede ser una estrella que cargue con todos nuestros anhelos.

El fútbol contemporáneo poco a poco se ha alejado de la alegría que provoca patear la pelota. El juego es cada vez más mecánico y menos pícaro, menos libre. La posición de enganche ha desaparecido casi por completo, los porteros y los defensas centrales deben de saber tocar bien el balón, los extremos desbordan poco y tocan mucho hacia atrás, y los delanteros ya no necesariamente deben ser goleadores sino que tienen que abrir espacios para que sus compañeros anoten.

Como parte de lo anterior, los jugadores jóvenes abandonan muy pronto la felicidad del juego y se concentran en ser máquinas competitivas (los que quieren destacar, los que no, se quedan atorados en la banalidad de la fama y de los likes). En una conferencia reciente, Marcelo Bielsa explicó que mucho del mal funcionamiento de la selección de Brasil en los últimos años se debe a que los jugadores desde muy jóvenes dejan atrás su cultura, su entorno y la diversión por el juego, para enrolarse en equipos europeos. Al ir lo más pronto posible a la máxima competencia pierden arraigo con su país, con su gente, con sus familias y con sus amigos. Recientemente, Endrik, jugador brasileño de 17 años, acaba de ser contratado por el Real Madrid.

¿En dónde terminará este fútbol cada vez más mecánico y con estrellas tan jóvenes? ¿Qué dice de nosotros que niños y niñas tengan que aspirar tan pronto a ser profesionales de élite? ¿Acaso no habría que reivindicar también las bondades de sólo jugar al fútbol?

Si les soy sincero, no lo sé, de hecho, ni siquiera recuerdo con claridad qué estaba haciendo a los 16 años. Creo que me estaba divirtiendo. Espero que Yamal no sólo esté siendo una estrella, sino que también se divierta jugando al fútbol y que lo haga por siempre. Al final de cuentas, para eso patea uno la pelota.

Información Radio Fórmula

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